Mar. 14. May 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

VACUNAS: LA IMPERICIA DEL... (Leandro Grille)

VACUNAS: LA IMPERICIA DEL... (Leandro Grille)

MONTEVIDEO-URUGUAY  (por Leandro Grille)  Vacunas: la impericia del presidente en todo su esplendor.

Uruguay no ha recibido ninguna dosis de vacunas hasta el momento y es el único país de América del Sur que no está en condiciones de iniciar la campaña de vacunación. Aunque cabe esperar que antes de culminar el primer trimestre, nuestro país reciba vacunas de la fórmula vacunal de Oxford-Astrazeneca por el mecanismo Covax, las gestiones directas del gobierno para la adquisición de las vacunas de Pfizer BioTech y de Sinovac no han arrojado, hasta ahora, ningún resultado concreto, al menos si consideramos que resultados concretos son lotes disponibles para su aplicación.

Acá hay varios problemas serios. Más allá del atraso evidente en la inmunización del personal de salud, que constituye la primera línea de combate a la epidemia, y la primera urgencia objetiva, el retraso en la adquisición de vacunas supone que el reinicio de la actividad escolar y la plena actividad general se produzca en un contexto de cientos de contagios diarios, y sin un mínimo de gente protegida, por lo que cabe esperar que el regreso a la actividad total ambiente un aumento de los casos. En segundo lugar, es gravísimo que el gobierno no cuente con una información clara sobre la fecha de llegada de los primeros envíos de las dos empresas a las que contrató y que haga trascender que las espera para “las primeras semanas de marzo”, sugiriendo además un orden con base en fundamentos que se desconocen completamente.

Ahora dicen que las primeras serían de Sinovac, pero hace poco hicieron un show insólito para ir a buscar cuatro ultrafreezers a Miami en un avión de guerra, dando a entender que esperaban de forma inminente el arribo de las vacunas de Pfizer, que son las que requieren ultracongelación. Todo indica que no tienen ni la más mínima idea de cuáles son las que llegarán primero, cuántas y en qué fecha. Apenas están confiados en que representen un porcentaje superior de cobertura que, en el resto de los países del continente, no por un mérito de nuestra negociación, sino porque Uruguay es el país menos poblado de todos y hasta el lote más chico representa en términos porcentuales una cantidad más significativa que en el resto de los países de la región.

Cada tanto se ve a los operadores del gobierno hacer una afirmación de este estilo: nosotros no recibimos nada todavía, pero cuando recibamos, vamos a ser los primeros en vacunar a toda la población. Y todo eso como si fuera un mérito particular de Lacalle Pou.

Pero ese razonamiento es completamente estúpido: es obvio que, si nuestro país entra en un barrio de San Pablo, vacunar a todos los orientales exige un esfuerzo absoluto muy inferior a vacunar a todos los argentinos, brasileños o mexicanos, pero no es con ellos con los que hay que competir, sino tomando como referencia nuestras propias posibilidades. Uruguay pudo contar con vacunas desde diciembre o, a lo sumo, desde los primeros días de enero, dado que, por ejemplo, una institución de salud mutual como el Casmu había alcanzado un acuerdo con Sputnik V que Uruguay ni siquiera consideró por motivos absolutamente políticos, aunque tenga algún científico que defienda esa necedad escudado en la falta de publicación en una revista arbitrada, como si las agencias de control precisaran recurrir a The Lancet para analizar la autorización de un medicamento.

Es notorio que Lacalle Pou se jugó por las vacunas estadounidenses por un motivo absolutamente político: es tan obvio como que en algún momento sugirió que solo íbamos a usar vacunas aprobadas por la FDA de Estados Unidos o la Agencia Europea del Medicamento. Pero después no tuvo más remedio que recular y acordar con la primera vacuna que le ofrecieron: la vacuna china de Sinovac, aunque el que se la haya ofrecido haya sido un representante trucho y haya tenido que hacer gestiones rarísimas para enmendar la metida de pata de campeonato.

Esa preferencia de Lacalle Pou por las vacunas de Estados Unidos y sus aliados no fue correspondida por la empresa, que jamás consideró a Uruguay un país europeo, alto, rubio y de ojos celestes. Uruguay ha sido tratado como un país sudamericano y, además, un mercado extremadamente chico, por lo tanto, no han tenido ni un minuto de consideración en homenaje al alineamiento obsceno de nuestras autoridades.

Como no se sabe nada, hay un riesgo importante de que el arribo de las vacunas se produzca tarde (ya lo es) en relación con el resto y en envíos esporádicos que extiendan la campaña de vacunación más allá de este año. 

Y esta situación, sobre la cual el gobierno no se expresa con claridad, maximiza la posibilidad de que entren a jugar variantes del virus con mayor transmisibilidad y con menor susceptibilidad a la protección inducida por las vacunas. Uruguay no puede seguir durmiendo: debe negociar con todos los laboratorios que pueda para obtener vacunas en cantidades suficientes y lo antes posible.

La guerra mundial por las vacunas marca que la inmensa mayoría están siendo acaparadas por los países ricos y hay más de cien países que no han vacunado a nadie: esta catástrofe moral afecta gravemente a la población de los países pobres, pero es una catástrofe moral y política multiplicada si un país como Uruguay, que ni tiene gran población ni se cuenta entre los países sin recursos, no obtiene vacunas ya no solo por las desigualdades de este sistema-mundo, sino por la absoluta desidia, cerrazón ideológica y completa impericia del presidente de la República (Revista Caras&Caretas).