SAN JUAN-PUERTO RICO (por Carlos Pérez Morales) Pfizer quiere ahogar a los países latinoamericanos que le compra vacunas contra el Covid-19.
El SARS-COVID-V2 es un coronavirus que surgió en Whuan China, que produce la peligrosa enfermedad del COVID-19. Este coronavirus se extendió por todo el mundo, enfermando millones de personas. El costo para el tratamiento del COVID-19 es muy alto, y en muchos países periféricos los sistemas de Salud han colapsado.
Este año, varias empresas como Pfizer -BioNTech, Moderna, AstraZeneca and the University of Oxford, iJohnson & Johnson, Sputnik 5, CanSino Biologics, Sinovac, Sinopharm y otras están produciendo la vacunas contra el COVID-19. Hay muchos países donde el desarrollo de la vacuna del COVID-19 se encuentra en estado experimental. Hasta el momento, donde más adelantadas está su desarrollo es en Cuba.
América Latina es una región que ha sido muy golpeada por el COVID-19. La mayoría de los países periféricos de aquí no cuentan con los recursos económicos para comprar estas vacunas. Países como Haití, Nicaragua y Venezuela son algunos de ellos y dependen del programa COVAX. de las Naciones Unidas que distribuye estas vacunas entre sus países miembros gratuitamente.
Para la compra de las vacunas contra el COVID-19, la empresa multinacional Pfizer impone condiciones muy onerosas a los países latinoamericanos. Ésto incluye poner como colateral embajadas, bases militares y otros activos soberanos del país como garantía ante una eventual demanda por efectos adversos de la vacuna. Además Pfizer no permite que ningún laboratorio local examine sus vacunas.
La fabricación, venta y distribución de vacunas abre una posibilidad de aumentar las ganancias de las empresas farmacéuticas sobre todo teniendo en cuenta la opacidad con la que estas empresas protegen sus patentes de exclusividad y contratos que obligan a los gobiernos de turno a acceder a estas cláusulas de confidencialidad. (Dánae Rivadeneyra, 2021).
El Covid-19 nos ha permitido ver las muchas desigualdades de la economía mundial, especialmente en los países capitalistas. Millones de personas todavía están sin trabajo. Las mujeres y los trabajadores de minorías se han visto especialmente afectados. La mayoría de las personas no pueden pagar el cuidado infantil o la tecnología que sus hijos necesitan para el aprendizaje a distancia en la escuela.
Hasta el presente sólo el presidente de Bolivia Luis Arce, ha criticado al capitalismo de "salvaje" e "inhumano" en plena pandemia, por causar desigualdades ante la necesidad mundial de acceso a vacunas contra la covid-19.
La distribución y venta desigual de estas vacunas será responsable de que el COVID-19 no sea erradicado sobre la faz de la tierra. La situación, de alguna forma reproduce el actual sistema global: los países más ricos han comprado ya la mayor cantidad de vacunas que se producirán este año, mientras los más pobres no tendrán dosis para administrar incluso ni a sus poblaciones más vulnerables.
El profesor de la Universidad de Columbia y premio nobel de economía Joseph Stiglitz, y la directora de Public Citizen’s Global Trade Watch Lori Wallach, argumentaron que preservar las barreras de propiedad intelectual para las vacunas es "moralmente incorrecto y estúpido." De esta manera ambos abogaron por la liberalización de estas patentes de las vacunas contra el COVID-19 ya que impediría que las compañías farmacéuticas que las producen obtenga enormes ganancias, aprovechándose de esta pandemia.
Tenemos que transformar nuestro orden internacional en beneficio de toda la humanidad., después del COVID-19
(Dr Carlos Pérez Morales, Docente Jubilado, Universidad de Puerto Rico).
