Jue. 16. May 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

UCR: CUMPLIENDO EL (POBRE) PAPEL DEL BLANDO (Rodolfo O. Gianfelici)

UCR: CUMPLIENDO EL (POBRE) PAPEL DEL BLANDO (Rodolfo O. Gianfelici)

SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  Hace meses, y ya lanzados en la campaña presidencial 2023, desde el PRO instalan la dureza del discurso. No tienen medias tintas, ni búscan disimular. Apuestan por confrontar y ultra-derechizar la política argentina.

Ante ello, los socios menores del macrismo, el alicaído radicalismo (Unión Cívica Radical), han encontrado un huequito donde ‘construir’ política. Apuestan a mostrarse como los buenos de la alianza neoliberal-derechista.

Hablan de superar “la grieta”, que “crezcan los del centro”, sumar “con el diálogo”. O sea: hacen para Juntos por el Cambio lo que se decidieron no hacer Mauricio Macri, Patricia Bullrich y algún/a otro/a.

Hacen amagues de separarse del PRO, pero solo como una ‘gambeta’; una maniobra de engaño, pero a sabiendas que no se separarán. Porque –mal que les pese a los radicales-, con el PRO han conseguido el aliado histórico que durante tantos años buscaron.

Imaginemos que ‘lo’ presidenciable del radicalismo pasa por Gerardo Morales o el clarinetista Facundo Manes...

Pero lo cierto es que a medida que pasan los meses, los radicales –más allá de sus decires y proclamas de seudo-progresismo-, se sienten totalmente a gusto con lo más rancio del antiperonismo, y van buscando con silencios e invenciones verbales un disfraz a lo que hasta hace algunos años algún ‘radical descarriado’ (de las conducciones oficiales) consideraban estar a contramano de la identidad partidaria.

Ocurre que la UCR ansía desesperadamente volver a repetir su participación en un gobierno nacional, como lo hizo entre 2015 y 2019 con Mauricio Macri. Porque ello les permite garantizarse una cierta cantidad (mínima) de cargos repartidos en diferentes administraciones nacionales. Con eso se conforman; con ser un partido reducido a una agencia de empleo.

Ellos tienen perfectamente en claro que rompiendo con el PRO, pierden ambos partidos; de allí que se trata de una alianza sólida, aunque cierto periodismo intente inventar disputas internas duras.

A medida que pasan los años y esa alianza perdura, el radicalismo va perdiendo su estructura partidaria succionada por el avance de la ultraderecha macrista. Si aportaron para el triunfo de Macri (en 2015) considerándose un “socio mayoritario”, ello no quedó reflejado a la hora de los repartos de candidaturas y cargos (entre 2015 y 2019).

Entre ese 2015 y este 2023, la UCR ha ido perdiendo fuerza, creciendo la derecha, lo que significa que ese socio es cada vez menos “mayoritario” y cada vez más "socio minoritario”. Lo cual le quita margen de negociación dentro de esa alianza neoliberal-derechista (que es Juntos por el Cambio).

Inclusive en el 2019, cuando desde la UCR entendían que Macri buscaría a alguien de ese partido como candidato a vicepresidente en su fórmula re-eleccionista, quedaron pagando.

Porque Macri y todo el andamiaje derechista que durante 3 años (2015-2018) atacó al peronismo desde todos los sitios posibles con el apoyo fundamental de los medios hegemónicos y la justicia corrupta, se encontró que para enfrentar la fórmula lanzada por Cristina Fernández, debían buscar a un compañero... peronista (¡).

Y fue así que apareció el neoperonista más des-leal que se podía pedir: Miguel Angel Pichetto... y la UCR quedó para “mirarlo por tevé...”

Ese desplante, desprecio y desconsideraciópn de Macri, fue disimulada rápidamente por los radicales como una necesidad de “garantizar la unidad y no fracturar a Cambiemos”.

Tras el fracaso y derrota de 2019, los radicales prefirieron el silencio, y reforzar al derrotado Macri, porque –carentes de política-, se hubieran sentido huérfanos en caso de cuestionar, criticar o tomar distancia del único y primer candidato a lareelección, derrotado en Argentina (lease: Macri).

Así, se fueron el 2020, 2021 y 2022, carreteando el electoral 2023, con una UCR sin ideas, sin propuestas, sin otro objetivo que aspirar a algunos cargos menores. A lo máximo que aspira algún dirigente de este partido es a presentar una fórmula para competir en las elecciones Paso de Juntos por el Cambio –a sabiendas que perderán-, pero confiando en que ello los “reposicionará” para ganar algunos cargos más en el reparto interno.

Entienden que competir internamente no es ser rupturista; lo aclaran constantemente, porque tienen miedo que Macri o Patricia Bullrich se enojen, y les peguen un portazo, que los deje afuera de todo. Donde –para peor-, saben que no estarán en condiciones de convertirse en una tercera alternativa (al macrismo y al peronismo), y sus votantes terminarían respaldando a Juntos por el Cambio en forma gratis.

Gerardo Morales y Facundo Manes son más, o peor de lo mismo. El primero un defensor acérrimo de Macri que salió a ‘castigar’ por los medios a Manes (cuando éste criticó al expresidente). El segundo, un acomodaticio sin ideas, ‘hábil declarante’ (ante los medios), sin equipos, sin propuestas serias, sin conducta... porque no olvidemos que ante la crisis del 2001 (cuando escapó el presidente radical Fernando de la Rúa, dejando unatreintena de muertos en el país), Manes recorría los medios mostrándose como el impuslor de una ‘nueva fuerza política’, que pretendían ocupar espacios políticos detrás del eslogan: “que se vayan todos”.

Bueno, todos no se han ido, y Manes no solo que va del brazo con ellos, sino que fue colaborador de la gobernadora macrista Maria Eugenia Vidal hace pocos años atrás.

Ante este panorama, los radicales se ilusionan con elecciones internas (Paso) de Juntos por el Cambio, donde cada partido (PRO, UCR, CC...) presente candidaturas ‘puras’ a nivel fórmula presidencial, pero que a nivel legislativo se armen listas ‘mixtas’ (entrecruzadas entre cada partido) para garantizarse algunos cargos electivos, bajo la excusa de “las ideas”.

Mientras tanto, analizan qué hacer en cada distrito electoral (provincias), porque en cada una de ellas el panorama es distinto a lo que ocurre en la nación. Es así que se está ante un verdadero ‘clericó’ (o ensalada frutal) de dirigentes radicales nacionales y provinciales que conversan, negocian, pactan, se distancian, vuelven a negociar y juegan a las escondidas con sus pares del PRO y de la Coalición Cívica (de Elisa Carrió), y hasta –en esa desesperación por tratar de asegurarse algunos votos-, coquetean con... Javier Milei (¡).

Cual es el límite de esta política claudicante...? Nadie lo sabe; posiblemente no exista límite alguno dentro del arco antiperonista, neoliberal y derechista. Como buenos fundamentalistas del oportunismo, los radicales saben que todo es posible “en la viña del Señor” (para enfrentar al peronismo).