Sab. 27. Jul 2024, Santa Fe - Argentina
Editorial

EEUU, AFGANISTÁN Y EL PERRO

EEUU, AFGANISTÁN Y EL PERRO

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  El 11 de septiembre 2021 se cumplen 20 años del ataque (o autoatentados?) de las torres gemelas. A partir de allí EEUU lanza su geopolítica de “Guerra contra el terrorismo”, junto a la OTAN y otros aliados.

Es así que comienza la llamada “Operación Libertad Duradera”, el 7 de octubre de 2001. Estados Unidos y la OTAN invadieron y ocuparon Afganistán para “garantizar el tránsito del país hacia la democracia”.

Dos décadas más tarde de aquél inicio de una nueva guerra a miles de kilómetros de sus fronteras, EEUU decidió abandonar su “cruzada”. Con la conclusión de haber gastado más de 2,2 billones de dólares, causado cientos de miles de muertos, provocado millones de desplazados, y destruido un país... para nada. Porque los talibanes desplazados del poder en 2001, han vuelto a tomarlo en el 2021.

Si EEUU no supo entender lo que le iba a ocurrir en Vietnam, ahora demostró que no supo entender la historia de otro pueblo asiático. En parte es comprensible. Qué puede comprender una clase dirigencial corrupta, criminal, explotadora que considera que todo se compra y todo se vende, frente a pueblos que defienden sus tierras, sus culturas, sus futuros...

Afganistán ha sabido sobrevivir a diferentes poderes temporales encarnados en Ciro el Grande, en Alejandro Magno, en los mongoles, en el imperio británico, en los soviéticos. Y ahora de la “cruzada occidental” liderada por EEUU con la complicidad de Gran Bretaña, Francia, España, Italia, Japón, Canadá, Australia, y decenas de otros países.

Afganistán es un país muy particular, con 14 grupos étnicos reconocidos por su Constitución de 2004. Dentro de ellos, se destacan los pastunes. Se trata de una sociedad tribal, muy alejada de los ‘principios’ conocidos en las sociedades occidentales.

Los invasores pensaron que allí radicaba la debilidad del pueblo afgano, al cual podrían doblegar rápidamente, para transformarlos en “democráticos” que deberían terminar sustentando el ideal estadounidense.

La falla analítica y de objetivos están a la vista. Los talibanes no solo enfrentaron el enemigo invasor con la más avanzada de las tecnologías de guerra, sino a más de 300.000 tropas locales (entrenadas por el invasor). Utilizaron la sorpresa y el uso de armas antiquísimas; muchas de ellas fueron lanzacohetes RPG y los fusiles de asalto AK47, que provenían de los tiempos de la presencia del invasor soviético (década del ’80).

Soportaron la criminalidad de los drones y la parafernalia de la Inteligencia en su máximo nivel conocido hasta ahora en campos de batalla. Inclusive fueron usados como ‘conejos de Indias’, en experimentaciones del Pentágono.

Frente a ello, las culturas, la religión, las montañas, el nacionalismo y el tribalismo forzaron a una nueva retirada estadounidense, con poco de gloria y mucho de pena.

En veinte años, la invasión multiplicó la cantidad de laboratorios procesadores de drogas; aumentó de 74.000 a 330.000 las hectáreas de amapolas, llevando a los afganos a producir el 90% del opio que azota el mundo. Para luego posibilitar que los traficantes atravesaran la “ruta de los generales” (estadounidenses) para infectar Europa y Rusia...

Afganistán fue durante 2 décadas el centro de la violencia y la corrupción oficial de EEUU, con negociados de todo calibre a costa de los contribuyentes de su país (y de los países a los que saquea). Todo indica que esta escandalosa maniobra ha llegado a su fin; por lo menos en Afganistán...

Habrá que ver hacia dónde direcciona la Casa Blanca esta forma de construir “democracias” en el mundo, porque está visto que dicho país necesita mantener a pleno su maquinaria industrial-militar, como la actividad e intereses de quienes conducen el Pentágono.

Habrán decidido cual es su próximo objetivo?

Habrán decidido hacia dónde llevarán a trabajar a los terroristas sacados de Siria?

Habrán decidido dónde emplearán a los grupos de mercenarios disfrazados de “agencias de seguridad privadas”?

Mientras tanto se podría concluir que en EEUU no han aprendido del perro, y se han llevado –como en Vietnam- por segunda vez, la misma piedra por delante.