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Opinión

APÁTRIDAS… (Franklin L. Candanedo)

APÁTRIDAS… (Franklin L. Candanedo)

CIUDAD DE PANAMÁ-PANAMÁ (por Franklin Ledezma Candanedo)  Situación inaceptable en pleno siglo XXI.

En el mundo existen al menos 4,2 millones de personas apátridas, sin ninguna nacionalidad, según los datos de la  Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados-ACNUR- para 2020, aunque reconoce que la cifra real es mucho más alta, pero que, hasta el 21 de agosto de 2021, no existían registros oficiales.

Muchos niños nacidos en campos de refugiados no tienen nacionalidad. Al no estar adscrito a un Estado, se convertirán en apátridas y tendrán que sobrevivir sin la protección y los derechos que concede pertenecer a un país. Por otra parte, conforme a estadísticas reveladas, cada diez minutos nace un niño en el mundo sin nacionalidad.

El alto comisionado de las Naciones Unidas –ONU- para los Refugiados aclaró que esa condición, es decir, la inexistencia de lazos entre un Estado y un individuo, es la que hace que una persona sea apátrida.

Advirtió que la mayoría de los apátridas lo son porque viven en países en los que se les discrimina por su etnia, su religión o su género, problema que afecta a 10 millones de personas en el mundo. Puntualizó que los Estados son los responsables de regular los asuntos relacionados con la nacionalidad y de decidir quién es un nacional y quién no.

De acuerdo con la ONU, los países con más apátridas son Birmania (minoría Roinyas), Costa de Marfil (minoría voltense), Letonia y Estonia (minoría rusa), y República Dominicana (haitianos).

En cuanto a la situación en la República Dominicana, pese a que el gobierno  ha negado que decenas de miles de personas son apátridas, ACNUR reportó hace algún tiempo que más de 100 000 personas tienen dicha condición en ese país.

En cuanto a los Rohinyas, es un pueblo musulmán que el mundo olvidó, descrito por organismos internacionales como un pueblo "sin Estado" y "virtualmente sin amigos", entre las otras comunidades de la nación asiática. Su situación se agudizó a partir del golpe de Estado en Birmania dado el 1 de febrero de 2021 por Tatmadaw, el ejército de Birmania

Un funcionario internacional declaró  desde Bangladesh, que más de 27.000 Rohingyas habían llegado ahí huyendo de una campaña militar en el estado de Rakhine, antes conocido como Arakan, en el oeste del país. Advirtió que la mayoría de los que han logrado escapar son niños y mujeres. 

Recalcamos que los Rohingyas han sufrido décadas de persecuciones en Myanmar, la antigua Birmania, donde la religión mayoritaria es el budismo. En ese país no son considerados ciudadanos, porque no tienen reconocimiento como grupo étnico.

Los Rohinyas son indígenas del estado de Rakhine descendientes de comerciantes árabes, pero el Estado birmano asegura que son migrantes musulmanes originaros de Bangladesh, que emigraron a Myanmar durante la ocupación británica.

Cabe señalar  que desde 1948, cuando se independizó el país, han sido víctimas de tortura, negligencia y represión. Además, el Estado les prohíbe casarse o viajar sin permiso de las autoridades y no tienen derecho a poseer tierra ni propiedades.

Antonio Gutérres, secretario general de la ONU, advirtió sobre los 10 millones de apátridas en el mundo, que “no es una situación que se pueda aceptar en el siglo XXI", aunque observó que en los últimos diez años varios países anularon leyes que impedían a las mujeres transmitir su nacionalidad a los hijos.

A los millones de apátridas que hay en el mundo les dicen organismos internacionales desligados de sus responsabilidades humanitarias, gobiernos sin conciencia y una  sociedad apática, con un descaro inaudito y sin sonrojarse siquiera, que no pertenecen a ningún lugar, se les niega una nacionalidad y, al carecer de ella, no se les reconocen sus derechos básicos.

Al margen de lo que caracteriza a un apátrida involuntario, existe otro tipo de personas que tienen esa humillante  condición, adquirida por su alianza sumisa con el imperio hegemónico, al que se entregaron cual fáciles damiselas y le  sirven y cumplen sus directrices, por lo que tácitamente reniegan del terruño que los vió nacer, lo ofenden y lo venden a su patrón imperialista, conducta deleznable muy común en diversas partes del mundo, y Panamá no es la excepción de la regla. ¡Cuánta pena siento por esta raza de víboras, que se arrastran ante el amo, para cosechar jugosos dividendo.