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Opinión

JENS STOLTENBERG: DE PACIFISTA A LA... OTAN (Especial para PrensaMare)

JENS STOLTENBERG: DE PACIFISTA A LA... OTAN (Especial para PrensaMare)

BARCELONA-ESPAÑA (Especial para PrensaMare)  Pocos saben en el mundo, que el mismísimo Jens Stoltenberg, en sus años de juventud era pacifista y pasadas unas décadas terminó al frente de la militarista y agresiva... OTAN.

Se sabe que recién aprendió a leer teniendo 10 años. Estudió y se convirtió en un Matemático en Noruega.

Nacido en Oslo, Jens Stoltenberg tiene 63 años, y él mismo se considera un matemático de vocación. Un hombre que en su seno familiar encuentra que su hermana pequeña murió víctima de la adicción a las drogas; y su hermana mayor es una médica de éxito. Antecedentes que poco y nada tienen que ver con los objetivos otanistas.

Ocupa el cargo de Secretario General de la OTAN después de ser dos veces primer ministro de su país. Un hombre que en estos tiempos en que la OTAN respalda a Ucrania, trabaja abnegadamente para concretar que Suecia logre sortear el veto de Turquía a su ingreso en la alianza.

Una organización militar que desde su nacimiento se ha dedicado a confrontar con la Unión Soviética y que –desaparecida ella-, no se ha detenido en continuar su ofensiva para rodear a Rusia.

Hoy es protagonista de peso en momentos en que en el mundo se alarman ante la posibilidad que se produzca un enfrentamiento nuclear en medio del conflicto en Ucrania.

Lo cierto fue que desde pequeño Stoltenberg creció en un ambiente familiar donde sus padres estaban muy comprometidos con la socialdemocracia y con las causas de emancipación nacional de los años 60 y 70.

Inclusive por su casa supieron pasar luchadores independentistas de países africanos que luchaban contra el colonialismo; su madre era feminista y luchaba por derechos sociales, familiares y por el matrimonio homosexual.

Mientras estudiaba matemáticas y estadística, jamás se programó acercarse a la política (como su padre) y se imaginaba trabajando en la administración, como lo hizo pues llegó a ser funcionario. También pensó en dedicarse a la educación.

Pero casi sin darse cuenta terminó en el Partido Laborista; y allí se desconoce la forma en que fue construyendo su carrera. Porque es cierto que existe una historia oficial, la conocida. Pero para llegar a estar al frente de la OTAN, convirtiéndose en una persona de confianza de la máxima potencia militar mundial (EEUU), es otra cosa...

Ese joven que había solido asistir a movilizaciones en contra de la guerra que EEUU había impuesto en Vietnam, años más tarde se convirtió en primer ministro noruego. El mismo que en 2011 debió afrontar un llamativo (y sospechoso) ‘ataque terrorista’ en la capital noruega y en la isla de Utoya donde fueron asesinadas 77 personas (la mayoría jóvenes que asistían a un campamento de verano organizado por las juventudes del partido socialista).

Un ataque cometido en Utoya, un lugar que Stoltenberg conocía a la perfección de sus años jovenes. Algunos lo analizaron como todo un macabro mensaje. Lo cierto que él desde su cargo fue fortalecido por el establishment. Tanto es así que pocos años más tarde, en 2014 se convirtió en el número 1 de la mayor alianza militar del mundo.

Una OTAN con 30 aliados que suman casi 1.000 millones de habitantes. Su mandato coincidió con la presidencia del estadounidense Donald Trump. Un personaje que en la Cumbre de la alianza en el 2018 llegó a poner en duda la supervivencia de la misma (en demostración de la existencia de una dura disputa dentro del poder capitalista mundial).

Los fracasos militares y políticos de Washington terminaron con que Joseph Biden decidiera el retiro de su país y la OTAN de Afganistán, en el reconocimiento de una dura (y nueva) derrota.

Ahora, con el rechazo a todas las propuestas de garantía de paz ofrecidas por Vladimir Putin, y la crisis de Ucrania, la OTAN aparece ‘revitalizada’, con los europeos creyéndose “importantes” y decisivos en un momento clave de la historia mundial.

Claro que sin comprender que este ‘juego de la guerra’ al que los llevado EEUU, no les permite comprender que el riesgo de una nueva guerra internacional se juega a miles de kilómetros de... Washington.

Pero en ese sentido, Stoltenberg cumple fielmente su papel de confianza que debe mantener con EEUU. Los europeos están convencidos que deben poner freno a las ‘ambiciones expansionistas de Rusia’, sin comprender que dicho país pretende mantener una relación de amistad y complementación con Europa, a lo que Washington se opone tenazmente.

Mientras tanto, el mundo se ha enterado que Stoltenberg decidió prolongar hasta 2023 su mandato en Bruselas. Según ha declarado a sus máximos colaboradores, entiende que tiene que continuar en el cargo en “un momento histórico”.

Habrá que ver qué entiende por “un momento histórico” este hombre del que –por cierto- nada se sabe de sus relaciones que lo catapultaron a este cargo otanista...