Vie. 29. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Editorial

PELEA EN EL CEMENTERIO…

PELEA EN EL CEMENTERIO…

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  Tras conocerse el resultado electoral y el triunfo peronista en primera vuelta, el poder comunicacional se encargó de instalar a Mauricio Macri (el gran derrotado) como “el necesario” para que Alberto Fernández pueda gobernar desde diciembre.

Para ello apelaron a ‘olvidarse’ del estado en que se encuentra el país; de ignorar que deja un país destruído y con la economía minada por la hiper-deuda; de la incapacidad, desinterés y hasta ‘vagancia’ de un presidente inepto e irresponsable; y hasta llegaron a sobrevalorarlo como referente (¿?) de la futura oposición.

Lo han hecho porque el poder necesita condicionar al peronismo, más que por valorizar a Macri.

Lo concreto es que ya ese poder real busca re-posicionarse; sin ceder el mismo, apuesta a condicionar el poder formal que estará en manos del peronismo entre 2019 y 2023.

El tema es que ese poder sabe que es necesario contar con un líder opositor (a futuro) que en verdad, no existe. Por ello apelan a usar “lo que tienen a mano”, que es Macri. Pero a sabiendas que no pueden obtener del mismo absolutamente nada a nivel político y en el llano.

Porque Macri ha sido un invento de los medios hegemónicos y el poder real del país, que fue sustentado durante la campaña electoral más larga de la historia argentina, pues comenzaron a instalarlo en el 2005. Pero en 4 años de gestión demostró que sirvió para hipotecar al país, hacer negocios de grupo y beneficiar a los sectores que lo entronizaron. Pero ese poder necesita ‘algo más’. Necesita alguien que los represente a nivel político, dentro del juego del poder formal; y en ello Macri es un inepto.

De allí que estén tratando de encontrar (mientras tanto) a quien los represente en la mesa de negociaciones diarias. A alguien que aglutine a una fuerte oposición que represente y defienda los intereses, como lo hizo Macri.

Es allí donde tienen un problema. Porque del radicalismo poco y nada pueden rescatar; por la mediocridad dirigencial, y porque han regalado su estructura partidaria. Es un partido en retirada; un sello histórico.

Fuera de ellos, no avisoran nada. Inclusive la denunciadora serial Elisa Carrió ha anunciado su ‘pase a retiro’, lo que los privaría de una farandulera de la política que ha cumplido a rajatablas y con llamativa coincidencia –por años- los lineamientos del Pentágono…

En cuanto a Sonrisal Maria Eugenia Vidal, su derrota ha sido catastrófica. Apenas disimulada por la complicidad mediática de una señora que en 4 años de gestión permitió el crecimiento del delito organizado, el hiper.endeudamiento estatal, y el abandono de gestión, a cambio de invertir (y cómo) en una eterna campaña mediática de protección y engaño.

Así, el único que queda bien parado es Horacio Rodríguez Larreta; una suerte de “subterráno” político, pues solo existe en la Ciudad de Buenos Aires…

El (inesperado para ellos) cataclismo político de las PASO y las elecciones generales ha exponenciado las peleas internas que disimulaban.

Los macristas duros entienden que Mauricio Macri es “el dueño exclusivo” del 40% obtenido en la elección. Con lo cual, consideran que él es el único conductor del espacio. Inclusive algunos ya se animan a sostener que será la alternativa (¿?) para el 2023…

María Eugenia Vidal todavía no sale de su impacto emocional y político, pero ha planteado estar lejos de Marcos Peña y (en cierta forma) de Macri. El camaleónico Emilo Monzó está herido (como desde hace más de 2 años…) y trata de conseguir algún salvavidas. A su vez El Brujo Marcos Peña, apuesta por un retiro con tierra arrasada.

El único ganador del PRO, Horacio Rodríguez Larreta busca estrechar lazos con lo más reaccionario de la UCR, para convertirse él, en su único referente.

Macri, dentro de su gran ineptitud política, ya está al corriente que son cada vez más los que le quieren otorgar el título de “retiro efectivo”. Pero –creyéndose un émulo de Juan D. Perón-, afirma en privado que él controla todo; y que entre él y el 40% no existen intermediarios.

El tema es que ese 40% obtenido por el macrismo es una cifra demasiado importante para los dirigentes perdidosos, como para dejarlo pasar. Todos tratan de quedarse con la mayor parte del mismo, para lo cual ‘necesitan’ el “retrio efectivo” de Macri. Estando anoticiados que él no piensa en ello, y que se considera que el “futuro lo espera”.

El gran-problema-gran para Macri es que se quedó sin la estructura del Estado. Seguramente continuará disponiendo del servilismo comunicacional, pero ahora deberá hacer oposicionismo con el antecedente de haber gestionado entre 2015 y 2019.

Mientras su tropa dirigencial se pelea y busca descartarlo, él se ha quedado sin la denunciadora serial (Elisa Carrió), sin Vidal y la estructura que manejaba ella, e idem Rodríguez Larreta. Para peor, si mira al peronismo, se le ha muerto El Momo Benegas, y Miguel Angel Pichetto solo le resta.

En medio de este campo de batalla macrista aparece un devaluadísimo radicalismo, al que algunos de sus dirigentes pretenden posicionar como determinante (¿?) en el espacio. Lo cual no hace más que diluirlos en la maraña macrista. Allí aparecen personajes como Alfredo Cornejo (actual mandatario mendocino), que puede mostrarse triunfador. El eterno maquiavélico y autodestructor Enrique Coti Nosiglia, el actual conductor de los diputados de la UCR, Mario Negri, y hasta el debilitadísimo gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.

Un muestrario paupérrimo, que solo puede asegurar algún cargo por aquí y otro por allá, como una alicaída agencia de empleo. Pero muy lejos (lejísimo) de la discusión de la política grande nacional.

Por el momento son cada vez más los macristas que coinciden en que deben debilitar lo más que puedan al Brujo Peña. Para ello –y para autosalvarse- no dudan en responsabilizarlo como el único responsable de la derrota. Como si los 4 años de gestión no hubieran sido nada para los argentinos…

Sostienen que su estrategia de polarizar al electorado perjudicó a Macri. Quizás sin percatarse que esa fue la política durante 2015-2019, que –con la ayuda mediática-, le permitió justamente conseguir el 40%

El vidalismo acusa a Peña de haberla llevado a la derrota, al “pegar” su elección con la de Macri. Y con los dos resultados a la vista (de las PASO y la general), sostienen que existió un error al ‘permitir’ (¿?) la unidad peronista. Una muestra del desprecio por dicha fuerza, y del maniqueísmo analítico.

Dentro del macrismo existió un personaje de poca monta, pero que supo manejarse y ser apoyado por los medios, el PRO y la UCR. Se llamó Enmilio Monzó al que muchos sostenían que era “un genio” (¿?) de la política y quien abría y cerraba la puerta a los peronistas (a los que –afirmaban- manejaba a gusto y placer).

Pero en su momentol perdió (y mal) en la interna macrista y fue desplazado. Inclusive se le prohibió asistir a reunines de “mesa chica”. Si: eso hizo la clase dirigencial que se presentaba ante el país como “una forma diferente de hacer política”.

Monzó fue mantenido al frente de la Cámara de Diputados, pero se le sacó poder, se le movió la silla, y se lo maltrató. Posiblemente porque en algún momento haya sido peronista, y ello causa escozor en el gorilismo macrista-radical.

En esa construcción de política antiperonista el poder macrista consideró que Monzó debía ser un mero ‘entretenedor’ de legisladores peronistas a los cuales llamaba y usaba cada vez que necesitaban sacar adelante una votación. Mientras tanto, él mantuvo su posición en cuanto a que siguió pensando que el macrismo debía peronizarse, en cuanto a cooptar dirigentes y legisladores.

Ya sin espacio en el macrismo, él imagino un retiro honorable y hasta trabajó para autopremiarse (¡). Quería ser… Defensor del Pueblo nacional.

Para ello ató lo que entendía debía asegurarse y convocó a una reunión de la comisión permanente de la Defensoría del Pueblo. Pero al momento de contar los asistentes, faltaban los del… PRO. Una muestra de lo perdidoso que está Monzó.

Pero más allá de ser una pelea interna macrista, constituye todo un ejemplo de lo que el macrismo espera ser a partir del próximo gobierno. Poco y nada que ver con el peronismo, con el neoperonismo o con el macriperonismo. A menos que las necesidades (citaciones de los Tribunales de Comodoro Py…?) obliguen al macrismo a mostrarse amigables.