Sab. 18. May 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

“YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO” (Franklin L. Candanedo)

“YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO” (Franklin L. Candanedo)

CIUDAD DE PANAMÁ-PANAMÁ (por Franklin Ledezma Candanedo; Especial para COPASOLPA)  Jamás me cansaré de escuchar a Dayra Moreno, sublime Alondra de nuestra tierra, que canta “YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO”, maravillosa inspiración del Bardo  e Intelectual nacionalista Julio Yao Villalaz, que nutre el compromiso solidario, de rescatar y defender al hermano pueblo de Palestina, de las garras de Israel, el mayor estado terrorista y racista histórico.

Las emotivas letras de Julio, en esa voz privilegiada, con arpegios de tierra adentro, a la vez que hacen vibrar cada fibra del alma y del corazón, nos convencen de la justicia de la gran misión voluntariamente asumida, por el Comité Panameño de Solidaridad con Palestina (COPASOLPA).

La patética realidad que viven y padecen los palestinos, debe ser visibilizada, que no permanezca como incógnita infame en el mundo, con la complicidad de organismos internacionales -ONU y el Consejo de Seguridad-, entre otros, y por gobiernos y la sociedad en general que miran hacia otro lado.

“YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO” cumple a cabalidad esa noble tarea, porque conjuga sentimientos y verdades irrefutables, porque impacta y despierta conciencias dormidas, porque enciende en los corazones un compromiso de vida, y hace comprender a todos, que es tiempo de evitar el colapso definitivo de un pueblo heroico y sufrido.

Hemos asumido una tarea irrenunciable, individual y colectivamente, de llevarle esperanzas a los Palestinos; que capten que no están solos, que somos actores de primera línea, para liberarlos de este monstruoso y eterno calvario. Y eso es, precisamente, lo que lo que se puede lograr, con Julio y su, “YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO”.

YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO (Julio Yao Villalaz)

I.

No soy hoja en la tormenta

arrancada de su mata;

no soy chispa en la fogata

sino el fuego que calienta.

Soy el calor que alimenta

el corazón con que vivo;

así pues yo sobrevivo

a tanto predicamento

y  a enfrentar este tormento

YO SOY UN ÁRBOL DE OLIVO.

II

Nací hace miles de años

en Tierra Santa de Oriente;

soy tozudo y resiliente

y soporté muchos daños.

Soy amable con extraños,

de la paz soy el laurel,

soy un testigo de Aquél

que una vez sufrió en la Cruz

para enseñarnos la Luz

y apartarnos de Luzbel.

III.

Me han maldecido y quemado

por dar nombre a Palestina,

pero mi especie germina

aunque me hayan chamuscado.

Aunque me han desarraigado

no me podrán impedir

que surja y vuelva a surgir

como el Fénix de cenizas:

entre muros y golpizas

¡volveré siempre a rugir

IV

Soy la digna resistencia

de una nación oprimida

que jamás será vencida

a pesar de la violencia.

Por respeto a mi conciencia

quiero que escuchen mi voz,

implorando a nuestro Dios

que nos libre del Sionismo,

que en nombre del Judaísmo

¡acabará con los dos

29 de noviembre de 2020 Día Internacional de la Solidaridad

Simplemente, Ahed (por Julio Yao Villalaz)

No es habitual ver poesía en la Red Voltaire. Pero una adolescente de 17 años acaba de ser condenada, este miércoles 21 de marzo, a 8 meses de cárcel, luego de más de 3 meses tras las rejas, en un país que debería ser el suyo pero donde un ejército de ocupación se arroga la potestad de irrumpir a las 4 de la madrugada en una casa para llevarse detenidas a dos adolescentes y la madre de una de ellas. Los grandes medios de difusión prefieren ignorar esos hechos y si hablan de Ahed Tamimi, generalmente se limitan a afirmar que está siendo utilizada para denigrar al Estado de Israel, al que suelen describir como «la única democracia del Medio Oriente». Pero los hechos están ahí: una adolescente de 17 años –cumplidos en la cárcel el 31 de diciembre– está desde hace más de 3 meses en una prisión israelí y acaba de ser condenada por un tribunal militar que la juzgó a puertas cerradas. ¿Hace falta decir más?

RED VOLTAIRE

No fue por un reclamo religioso

de si la tierra fue siempre de éstos o de aquéllos,

sobre quién llegó primero,

o si en la Declaración de Balfour

una nación prometió solemnemente a una segunda

el territorio de una tercera,

dejando en el despojo a Palestina.

 

Tampoco fue porque la frontera

pasa por aquí, por allá o más acá;

de si las agresiones santifican victorias,

de si el socialismo y el capitalismo

son el paraíso o el infierno.

 

No, queridos amigos

Se trata de algo más simple y a la vez complejo:

se trata de saber con qué derecho

un ser humano le arranca la vida a otro.

Con qué derecho una fuerza intrusa

expulsa a naciones de sus tierras y de su historia

porque no me gusta tu color ni tu manera de andar,

porque sospecho de tus barbas, de tu atuendo

y de la forma de mirar de tu mirada.

 

Tampoco se trata de tus sedas,

que olerán a azufre o a jazmines

dependiendo de tu lengua o de tu olfato,

que igual te apedreará o quemará

en el fuego que redime, libera o purifica.

 

No, caros amigos, compañeras:

No es cuestión de libros sagrados sino de justicia;

no es cuestión de leyes sino de derechos históricos.

La Humanidad sufre un Estado de Sitio

bajo la ley dictatorial de un solo imperio,

este Apartheid sionista de prisiones y exterminios,

de lavanderías étnicas y gritos despavoridos,

de niños abandonados, de niños sin niñez,

y de esta esclavitud que nunca acaba.

 

No nos engañemos, camaradas:

aún desnudos nos desnudan;

aún torturados, nos torturan;

aún atados nos amarran,

nos despedazan sus perros,

nos arrancan la piel,

y nos siguen matando después de muertos.

 

¿Por qué me haces tu mujer

si no eres mi hombre?

¿Por qué seré yo tu hombre

si no eres mi mujer?

¿Cuál título o propiedad nos une,

si nacemos sin cadenas

y somos distintos aunque en el fondo iguales?

 

No, queridos amigos, compañeras.

Se trata de que una niña cuasi mujer

o una mujer cuasi niña

(llamémosla, simplemente, Ahed),

acaba de dejar sus juguetes en el baúl de su infancia

para sacar a pasear su dignidad

por los senderos de la Patria insurrecta

y darle de bofetadas,

una, otra y otra cachetada,

al asesino que mató a su familia

(la que le enseñó el alfabeto de la libertad);

al ladrón

que robó las tierras, aguas y mares de Palestina;

al usurpador

que decapitó sus sueños de jugar en la playas de Palestina;

al carcelero

que condena a perpetuidad a los niños sin futuro de Palestina.

 

Ahed no solo dejó su muñeca en su baúl de infancia.

Para liberar su dignidad de tantas ataduras,

con ella también enterró rencores,

su inocencia de niña,

su miedo a la muerte,

su temor a lo desconocido,

porque sólo el amor es capaz de sepultar el odio.

 

Ahed odia porque ama.

Ahed ataca porque protege.

Ahed resiste porque comprende.

 

Niña cuasi mujer, mujer cuasi niña:

Con sus dedos de muñeca maltratada,

con su frágil bracito de tallo en flor,

Ahed dio bofetadas al Sionista

que retumbaron en el Cosmos

y le hicieron pedir perdón en su placenta.

 

Por eso yo, que cuando niño

juré también destruir igual infamia,

brindo por las bofetadas de Ahed Tamimi,

por su valor,

por su malcriadez

por crecer antes de tiempo,

por su ocurrencia y arrojo;

y brindo, ante todo, por su rebeldía,

por su genial locura ¡que tanta falta hace,

porque solamente la rebelión

y únicamente la rebelión,

nutrida en la resistencia,

¡renovará la piel de nuestros pueblos