BERLÍN-ALEMANIA (PrensaMare) Semanas atrás se conoció que el conservador gobierno alemán salía al rescate de la aérea Lufthansa (la más grande del país). Era para salvarla del desastre económico ante la pandemia que le quitó cientos de miles de pasajeros.
Ahora se conoce que, pese a que el gobierno ha adquirido parte del paquete accionario (para socorrerla), la firma dejará alrededor de 22.000 empleados en la calle (¿?).
Los despidos representan el 16% de su plantilla en todo el mundo, y la causal es la crisis provocada por la pandemia del coronavirus. La oferta de billetes sólo representará (al menos hasta septiembre) un 40% de la cifra prevista antes de la pandemia.
Trascendió que el 50% de los despidos se producirán en Alemania. El grupo es dueño de las compañías europeas SWISS, Austrian, Brussel Airlines y Eurowings, y tiene un total de 135.000 empleados en todo el mundo.
La situación llevó a que Lufthansa tuviera 700 aviones (de los 763 que posee el grupo), en tierra en el peor momento de la pandemia. El número de pasajeros se derrumbó en un 98% en abril (comparadas con abril de 2019). En el primer trimestre de 2020, el grupo comunicó pérdidas netas de 2.100 millones de euros.
El gobierno…: socorrió a Lufthansa y evitó la quiebra, aportándole 9.000 millones de euros (10.244 millones de dólares) de ayuda pública y créditos garantizados por el Estado alemán (ahora el Estado posee el 20% del capital).
Para muchos…: analistas esta ‘ayuda’ es otra de las incongruencias de Angela Merkel. Porque usa dineros de los ciudadanos alemanes para ayudar a un grupo privado, transformándose en el principal accionista del grupo… pero a la vez, el Estado renunció a intervenir en la gestion de la empresa (¿?).
Existiendo otro…: dato que no es menor, y que ha llevado a que muchos lancen gritos al cielo. Ocurre que el Estado alemán aportó 9.000 millones de euros para una empresa que vale en la bolsa de valores… 4.000 millones (¿?).
Y por si fuera…: poco, ahora que se anuncian los despidos de 22 mil trabajadores, de esta decisión toma parte (le guste o no a Merkel) el principal accionista, o sea… el Estado alemán.
Qué fácil que es ser ‘empresario’ en Alemania.
