SANTA FE-ARGENTINA  (PrensaMare)  El 16 de septiembre se recuerda uno de los hechos más dolorosos de la historia argentina. Dolorosos y violentos, cargado de odio: el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.

A partir de ese día se instauró una dictadura cívicomilitar que persiguió, secuestro, asesinó, encarceló, destruyó y conculcó derechos. Los responsables, la intelectualidad, la “historia oficial” y los partidos políticos que formaron parte de ella –junto a los principales medios de comunicación- la denominaron –vaya ironía- “revolución libertadora”...

El pueblo se lo cambiaría por el de “revolución fusiladora”.

A partir de ese día 16 los golpistas y sus bandas civiles, autodenominados “comandos civiles”, se transformaron en ordas que asaltaron sindicatos, casas de familia, el Partido Justicialista, el Partido Peronista Femenino, la Fundación Evita, para robar y destuir. También para secuestrar ciudadanos.

Han pasado 66 años del inicio de una de las etapas más oscuras de la vida argentina. Todavía existen quienes reivindican dicho hecho; todavía existen medios, periodistas, políticos, y analistas que continúa denominando a dicha dictadura con el autonombre que ellos le dieron.

Frente a ello, no debe olvidarse lo ocurrido. Tener memoria es necesario para evitar que sucesos semejantes puedan repetirse. Tener memoria significa a la vez, recordar los nombres y apellidos de sus responsables, los nombres y apellidos de los partidos políticos y entidades intermedias que apoyaron ese golpe, los objetivos que ellos defendían.