SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  Aunque muchos no lo recuerdan y muchísimos no lo saben, hubo un tiempo en que en el país, un presidente se mostró jugando al básquet y también al fútbol.

Actividades populares que le sirvieron para construir un papel que tenía por fin ocultar su transformación de peronista a devenido neoliberal. Cuando muchos quisieron darse cuenta de esa macabra maniobra, ya era tarde; las consecuencias habían sido irreversibles y dolorosas.

Más de 30 años después, apareció un imitador. Mediocre, analfabeto político, y limitado intelectualmente, que decidió mostrarse como capacitado charlatán en la Cumbre de Davos, y hasta como supuesto cantante que, profundizando aquellas acciones “nacionales” de su mentor de tres décadas atrás, se lanzó delirantemente a mostrarse como pretendido ‘líder’ mundial, pues el país le quedaría chico.

Frente a ello y no pudiéndole realizar un exámen psicológico ni evaluarlo psiquiátricamente; no pudiendo obligarlo a un exámen alcohólico, ni a un control antidoping, lo que queda es comprender que solo se trata de un mediocre imitador.

Alguien de escaso vuelo y nulas ideas, cuyo objetivo final es el de empobrecer a todos los que lo repudian y a muchísimos de los que lo festejan y apoyan.

Un simple y mediocre virrey al que inclusive, su disfraz le queda grande.

Viva Pepino el 88...

Vivan Gaby, Fofó y Miliki...