Vie. 19. Abr 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

ARGENTINA: TRES EMBAJADORES Y TRES... (Roberto Perdia)

ARGENTINA: TRES EMBAJADORES Y TRES... (Roberto Perdia)

CIUDAD DE BUENOS AIRES-ARGENTINA (por Roberto C. Perdia, Resumen Latinoamericano)  Tres embajadores y tres momentos de un mundo que se agota.

La segunda Guerra Mundial estaba agonizando. Aunque faltaban varios meses para el fin de la guerra, la derrota del nazismo parecía aproximarse. Dos acontecimientos marcaron el camino del futuro.

Corría el año 1944 y delegados de 44 países aliados se reunieron en Bretton Woods (New Hampshire -EUU) con el objetivo de establecer las reglas de juego de un nuevo orden económico internacional y sellar la hegemonía de los EEUU sobre el Reino Unido en materia económica. Finalmente, la URSS no firmó esos acuerdos y los EEUU emergieron como la cabeza visible del capitalismo occidental. De ese encuentro emergieron dos instituciones que siguen determinando los rumbos del capitalismo a escala mundial. Se trata del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD), más conocido como Banco Mundial (BM).

Estas dos instituciones, hegemonizadas por los EEUU, controlan los mecanismos del endeudamiento externo y continúan siendo los principales instrumentos para el sometimiento de los países deudores.

Unos meses después se reunieron en Yalta (Crimea), el británico Winston Churchill, el soviético Lósif Stalin y el estadounidense Franklin D. Roosevelt, allí acordaron la constitución de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad y se comprometieron –en reuniones más reservadas- a la no participación de las grandes potencias en conflictos armados entre ellos, además de la distribución de los dominios y áreas de influencia de cada una de estas potencias.

Dicho más brutalmente, se produjo el “reparto del mundo”. El mismo que –decadente y agotado- mantiene parte de su vigencia, aunque sus ataduras estén cada vez más débiles y la avasallante irrupción de China lo esté cuestionando.

En ese marco, nosotros quedamos inscriptos como parte del “Área de Influencia” de los EEUU.

Con estos antecedentes se desarrollaron estas últimas 8 décadas de nuestras relaciones diplomáticas con la potencia del Norte, devenida en la cuestionada primera potencia mundial, aunque esté recorriendo un camino de franca pérdida de su hegemonía.

Entre 1930 y 1943 fueron los tiempos de lo que se conoció como la “Década Infame”

Se trató de un gobierno conservador, sostenido sobre el fraude electoral. Un golpe militar le puso fin en 1943. Al interior del mismo creció una corriente industrialista y reivindicatoria de los derechos de los trabajadores, orientada por los coroneles Domingo Mercante y Juan Domingo Perón. Ese gobierno fue, por un buen tiempo, neutral en la Segunda Guerra Mundial. Su ruptura con el “eje”: Alemania y Japón tardó en producirse. Les declaró la guerra en marzo de 1945. Ello generó desconfianzas en los EEUU.

Braden, un poderoso empresario minero, petrolero, ejecutivo de la nefasta United Fruit Company y testaferro de los Rockefeller e instigador de la guerra del Chaco, fue un diplomático norteamericano. Embajador en Colombia (1939/1942) y Cuba (1942/1945). Ocupó ese mismo cargo en la Argentina durante solo 63 días (21/5/1945 a 23/7/1945).

Le bastó ese corto período para transformarse en el símbolo de las relaciones mutuas entre nuestro país y los EEUU, durante los finales de la Guerra y la llegada de Perón al primer plano de la política argentina. Finalizó su carrera diplomática como Secretario de Estado adjunto para Asuntos de las Repúblicas Americanas (29/10/45 al 27/6/47), donde sucedería a Nelson Rockefeller. 

Braden renunció a su cargo en la Embajada en Buenos Aires, pero continuó su carrera en Washington. Desde allí siguió su campaña contra Perón.

En nuestro país, como consecuencia de los compromisos asumidos por el gobierno, militar con motivo del argentinazo del 17 de octubre de 1945, se había convocado a elecciones para el 24 de febrero de 1946. El 12 de febrero de ese año se produjeron dos acontecimientos que dejarían huellas. En el Obelisco fue proclamada la fórmula Perón-Quijano y la embajada de los EEUU entregaba a la agencia United Press el texto de un libro de 130 páginas, firmado por Spruille  Braden y destinado a publicar feroces críticas a Perón, acusándolo de afinidades con el recientemente derrotado nazismo. El libro no llegó a las librerías, pero sí circuló por las diversas Embajadas de la región. Una cuidada tapa de color azul, le dio el nombre (“Libro Azul”) a dicha publicación. En las horas previas a que el diario La Prensa, comentara en 5 páginas su contenido, Perón le estaba respondiendo levantando la consigna: ¡Braden o Perón

Ya difundido el mencionado texto, Perón no dejó pasar la oportunidad y le contestó con un libro mucho más modesto e impreso en papel de diario y al que denominó “Azul y blanco”, allí denunciaba la injerencia norteamericana en los asuntos internos del país. 

Estos sucesos tenían sus antecedentes y también sus consecuencias.

El antecedente más significativo fue la convocatoria a la Marcha por la Constitución y la Libertad realizada el 19 de setiembre de 1945.  Ese día confluyeron la Unión Cívica Radical, los partidos Comunista, Socialista, Demócrata Progresista, Conservador, los estudiantes de la Federación Universitaria Argentina (FUA), los terratenientes de la Sociedad Rural, los empresarios más poderosos nucleados en la Unión Industrial y la Bolsa de Comercio. El conocido Spruille Braden y la Embajada de los EEUU fueron los principales articuladores de esa convocatoria. Alrededor de unas 200 mil personas marcharon desde el Congreso a la Recoleta, demandaban la renuncia del gobierno y la asunción de la Suprema Corte de Justicia. Los sucesos se fueron desencadenando y el 12 de octubre, el principal blanco de esas movilizaciones, el Coronel Perón fue preso y enviado a la isla Martín García.

Recuperó su libertad con motivo de la pueblada del 17 de octubre y lo que siguió es conocido. Braden, el gran articulador de la oposición a Perón, logró reunir en la llamada Unión Democrática a las mismas fuerzas que se habían movilizado el 19 de setiembre de 1945. Estaban confiados en su victoria, pero el pueblo tenía otros sueños y después de haberlos expresado en la calle, lo puso en las urnas el 24 de febrero de 1946. 

La convocatoria ¡Braden o Perón sintetizó esa hora y el impensado triunfo del peronismo abrió unas puertas distintas a las que esperaban el sistema y las fuerzas extranjeras que se venían beneficiando.

Esos hechos parecían haberle dado un sello indeleble de antiimperialista al peronismo, su fuerza social y también sus políticas de Estado.

Las debilidades del peronismo, la conspiración local e internacional, junto a la muerte de Evita y el fracaso de un par de cosechas –entre otras razones- hicieron que el peronismo perdiera fuerzas permitiendo el avance de diversas expresiones gorilas.

Buena parte de la misma dirigencia sindical que había sido protagonista de la primera etapa de la resistencia fue ganando poder económico mientras perdía vigor revolucionario. Con la legalidad adquirida con motivo del pacto Perón-Frondizi crecía su capacidad de negociación paritaria, pero ello iba de la mano con una cierta burocratización. El movimiento sindical, conducido por estructuras que tenían su contraparte patronal en sectores transnacionalizados (UOM, SMATA) fue recorriendo caminos distintos a los primeros años de la resistencia.

El fracaso del intento del primer retorno de Perón (1964) dejó al peronismo y a las propias perspectivas de ese Perón sin muchas más alternativas que aquel doloroso “desensillar hasta que aclare”.

La posta fue tomada por una nueva generación, con hijos de la resistencia y de sectores medios, dispuestos a la lucha.

Un nuevo Golpe de Estado (1966) y una expresa voluntad de gobernar por varias décadas, actuó como detonante. Sectores juveniles de trabajadores y estudiantes, guiados por el ejemplo de las luchas anteriores le dieron forma y contenido a los nuevos tiempos.

Multitudinarias movilizaciones, que abarcaron a gran parte del país, tuvieron en lo que se conoció como “Cordobazo” (1969) el símbolo de esa nueva situación.

La CGT de los Argentinos, bajo la conducción de Raimundo Ongaro, junto a variadas organizaciones político militares y una Iglesia que estaba tomando el camino de una “opción preferencial por los pobres”, entre otras expresiones, daban cuenta que la situación estaba madurando. Al calor de aquellas luchas, el retorno de Perón (1972) puso en evidencia que al régimen “le quedaba poco hilo en el carretel”.

Un avasallante aluvión juvenil soñaba con un futuro que imaginaba que estaba al alcance de su voluntad.

Pero… dirigentes agotados por tantas luchas, sin los éxitos esperados; un poder económico que veía peligrar sus ganancias y una estructura imperialista, que seguía vivita y coleando, tenían otras perspectivas.

El poder de los que mandan ya había descubierto que, frente a la consistencia de un poder popular -en pleno avance- no siempre la represión legal era el camino más indicado para frenarlo.

Nuestro país tenía una larga experiencia en materia de represión para-estatal. Lo habíamos vivido en la Patagonia Rebelde; no había faltado en la Semana Trágica de los Talleres Vasena y tampoco en la represión desatada en La Forestal, en el norte santafesino.

Liga Patriótica se denominó esa estructura conformada por los sectores del poder para frenar, con represiones ilegales, las luchas populares.

Aquí y en esos tiempos de los 70’ se la conoció como la “Triple A”. Bajo nombres distintos se desarrolló en tiempos que tuvieron bastante simultaneidad.

Para el pensamiento reaccionario del mundo occidental era una de las modalidades utilizadas para contener al comunismo, en la post guerra europea. En los países del Tercer Mundo serviría para obstruir el avance de diferentes formas de organización popular. Para personajes y fuerzas reaccionarias del peronismo, era la posibilidad de combatir a las fuerzas populares que luchaban -dentro del país- tras las banderas de la liberación nacional y social.

Su vida diplomática se inicia en 1943, aunque comenzó haciendo tareas de inteligencia para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), un organismo precursor de la conocida CIA. En 1953 dio inicio a sus específicas tareas diplomáticas, como Embajador en Costa Rica y El Salvador. Desde allí contribuyó a organizar el golpe militar contra Jacobo Árbenz, un líder nacionalista guatemalteco. Durante años combinó la diplomacia con la actividad económica privada. En 1957 retornó a la plenitud del servicio diplomático como embajador en Méjico, donde presionó para que Fidel Castro no sea liberado.

En la década de los 60 fue intermediario necesario para equipamientos militares destinado a ilegales represores centroamericanos. Allí colaboró con los Escuadrones de la Muerte, el Movimiento de Acción Nacionalista Organizado (MANO) y la Nueva Organización Anticomunista (NOA), que conducía el Coronel Máximo Zepeda. Sus crímenes, en la guerra civil desatada en los países centroamericanos, ascienden a decenas de miles de miles de militantes, según fuera confirmado en los Acuerdos de Paz, firmados en 1966.

El Coronel Zepeda fue premiado siendo designado como agregado militar en la embajada de Guatemala en Madrid, España. Años después, concluida esa misión fue designado cónsul en Chiapas (México), donde fuera ultimado.

La comprensión de este aspecto de la historia obliga a volver la mirada hacia el Embajador Hill. En 1969 fue nuevamente convocado al servicio diplomático y su destino: también sería Madrid. Allí permaneció hasta mediado de 1972. Eran los momentos en que Madrid, donde estaba exiliado Perón, se había constituido en una de las capitales del peronismo.

Ya era tema de conversación cotidiana el fracaso de la dictadura militar argentina y un muy posible retorno de Perón a su Patria. En ese marco, hay fuertes indicios que el Embajador Hill relacionó a José López Rega, un protegido de la diplomacia e inteligencia norteamericana, con Zepeda. El objetivo no sería para una charla de viejos amigos, sino para dejar establecido el vínculo entre uno de los jefes de la represión ilegal en Guatemala con el mismísimo secretario de Perón. El lugar de la cita habría sido el bar del Hotel Ritz, en Puerta de Hierro, Madrid.

Muy “casualmente”, Hill fue nuevamente Embajador, ahora en Buenos Aires. Allí radicó su sede diplomática desde el 25/2/74 hasta el 10/5/77. Un convenio bilateral sobre el “tráfico de drogas” sería el principal instrumento para que la relación con López Rega, Ministro de Bienestar Social, no llamara la atención.

Es difícil separar la nefasta actividad de la “Triple A”, de la acción desplegada por la larga mano de los servicios de inteligencia de los EEUU.

Si Braden fue la contracara de un naciente peronismo antiimperialista, la “Triple A” fue la muestra de un oculto y vergonzante vínculo clandestino con el poder imperial, para frenar la lucha de los pueblos.

El 24 de enero del corriente año Marc Robert Stanley presentó sus cartas credenciales como Embajador de los EEUU ante nuestro país. Se trata de un miembro del Partido Demócrata, que es Licenciado en Administración de Empresas y Abogado.

Sus gestos políticos, de las últimas semanas, lo definen como continuador de la tendencia diplomática de Spruille Braden. Con una abierta vocación por la injerencia pública norteamericana en nuestros asuntos internos.

Después de la genocida dictadura que padecimos, la Embajada estadounidense trató de mantenerse, en el aspecto público, con sus formas de presencia tradicionales.

Pero, esa modalidad dio un giro importante en los últimos tiempos. La inteligencia y diplomacia estadounidense iban comprobando cómo las concepciones antiimperialistas -al interior del gobierno y del peronismo oficial- estaban en franca decadencia.

Esa nueva situación, en medio de la grave crisis que estamos atravesando, creó las condiciones para que EEUU volviera a mostrar las enguantadas garras de su injerencia, en medio de un gobierno surgido de un voto mayoritariamente peronista.

A las tradicionales visitas a la Embajada de las fuerzas gorilas y para recordación de ciertas fechas históricas, se les fueron agregando otras visitas y distintos objetivos. También las recorridas del Embajador por varias provincias.

Todo eso formaba parte de las tradicionales relaciones diplomáticas.

Con Sergio Massa, hubo cenas, almuerzos y también desayunos, pero eso no llamaba la atención. Se correspondía a sus antecedentes y mutuas expectativas. En igual sentido, tampoco fue novedoso que se reuniera con Juan Manzur, el poderoso lobista tucumano y Jefe de Gabinete del gobierno de los Fernández. 

La cosa se puso más interesante cuando las puertas de la Embajada se abrieron para que la “columna vertebral” del peronismo, el movimiento obrero organizado, las traspusiera públicamente. Ya antes otros dirigentes obreros del peronismo lo habían hecho. Pero habían sido más cuidadosos. Siempre había alguna razón diplomática o el ingreso era reservado. Pero esta vez no fue así. No hizo falta buscar justificaciones, ni reservas. El peronismo estaba suficientemente “maduro” como para hacerlo sin sonrojarse.

En mayo fue la reunión con la cúpula de la CGT. Participaron Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Garajes) y Pablo Moyano (Camioneros) -el trío que la dirige- junto a un selecto grupo de dirigentes de esa entidad gremial.

Meses después -en setiembre- siguieron ese ejemplo dos dirigentes cristinistas de la CTA de los Trabajadores. Como para dar testimonio que el futuro sería parte de ese diálogo iban dos educadores, dos maestros: Hugo Yasky y Roberto Baradel, dirigentes de gremios docentes.

Esa nueva visita fue aprovechada por Pablo Moyano para recordar que él ya había estado allí, cuatro meses antes.

Como para evitar que esta última visita ensombreciera la de la CGT, el “combativo” Pablo Moyano recordó que ellos habían dado los primeros pasos. Fue más allá y dijo, sin avergonzarse: “nos sorprendió Marc Stanley. Es mucho más peronista que muchos de los nuestros”.

Colocarse bajo el ala de “La Embajada”, para alguien como el dirigente camionero que tiene “cero” en ingenuidad política, evidentemente “garpa” en la lógica del joven Moyano. De allí derivan opciones que hay que formularse, por el peso de los protagonistas: ¿Cambió tanto el poder imperial, como para imaginar que pedirle consejos y ofrecer amistad es útil, para el pueblo, la patria, los trabajadores, que “moyanito” pretende representar? o ¿el peronismo ha cambiado tanto que puede considerar que la relación amistosa y la dependencia económica con los EEUU es parte de la solución y no del problema histórico de nuestro país?

En estas últimas 8 décadas han pasado muchas cosas que nos permiten tener una visión más completa sobre el rol de los EEUU en el aspecto mundial y en nuestras relaciones bilaterales.

En lo internacional, la Guerra de Viet Nam, el avasallamiento de otros pueblos y territorios como Libia, Irak, Afganistán; el prolongado bloqueo al modesto pueblo cubano, o los ataques al empobrecido Haití, son algunas pruebas de una actitud internacional criminal e irresponsable. En el orden interno, el saqueo a bienes comunes –conocidos como recursos naturales- y el aval a las políticas de endeudamiento con los organismos financieros internacionales (FMI, BM) que tienen a los EEUU como principales protagonistas, son la evidencia del rol poco amistoso que desempeñan en el mundo y respecto a nuestro país.

De todos modos, el Embajador Stanley no terminó sus provocaciones con los hechos referidos. Como buen hijo de … Braden ha retomado la tradición de una abierta injerencia. Hace menos de dos meses no tuvo empacho en manifestarle a Horacio Rodríguez Larreta: “No esperen a 2023, sin importar la ideología o la posición partidaria, únanse ahora, formen una coalición”.

Cualquier parecido con la actitud de Braden, en 1945, es pura necesidad del poder imperialista. En aquel entonces fue Perón quien le puso los límites a esa maniobra. Hoy una franja de “herederos” de aquel Perón parecen participar de estas maniobras al servicio de una potencia extranjera.

Triste destino de una Patria que -por momentos- parece no tener destino y del trágico camino, de quienes aspiraban constituirse en un movimiento popular de liberación que supo enamorar -con esa expectativa- a millones de compatriotas.

Hoy, cuando los designios de Braden, son nuevamente asumidos por La Embajada y distintas variantes de peronistas conversos, le prestan su apoyo, es bueno recordar que:  lo intentó Braden y no pudo; en otro momento fue Hill, cuando el genocidio se enseñoreaba sobe la juventud y ahora Stanley, lo vuelve a intentar como representante de un imperialismo acorralado.

Fueron diversos intentos destinados a reducirnos a un nuevo régimen colonial. Sus patrocinadores tienen diversos intereses. Algunos por su conveniencia de mantener el tradicional régimen colonial. Otros para caerle bien a las promesas de un imperio decadente.

A todos ellos cabe recordarles, a pesar de todo, hay una construcción que el pueblo trabajador viene realizando desde hace mucho tiempo. Todos ellos, los que pretenden adueñarse de nuestro futuro deben saber que: NUESTRA PATRIA DEJARÁ DE SER COLONIA O LA BANDERA FLAMEARÁ SOBRE SUS RUINAS.

(Roberto C. Perdia, Ex comandante de Montoneros y actual dirigente de la OLP-Resistir y Luchar).