SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare) Semanas atrás, se produjeron otros tres cambios de gabinete de Alberto Fernández, y como era de esperar, repitió su forma de actuar, que tantos problemas le ha causado a su gestión y a los argentinos.
Porque luego de las tres renuncias –a apenas algo más de dos meses de asumir el superministro Sergio Massa-, las bajas demostraron que el oxígeno es lo que cada vez más necesita.
Si en lo sanitario, durante la pandemia, el gobierno actuó en gran forma, en el resto de los frentes, fracasó. Tanto que en las elecciones legislativas del 2021, la derecha y el neoliberalismo mantuvo su caudal electoral, mientras que el peronismo lo vio sustancialmente rebajado.
Cientos de miles de ciudadanos que creyeron en 2019 en Fernández, se sintieron desilucionados y directamente ni fueron a votar. Fue un contundente aviso de disconformidad desde la sociedad.
Los cambios dispuestos tras esa derrota política, no aportaron la revitalización que se podía esperar. Así, lenta y progresivamente el gobierno ha ido cayendo en la abulia, la irresolución y el encierro dentro de una burbuja de conformismo por administrar la probreza, sin resolver absolutamente nada de fondo. Donde –para peor- la inflación sigue lastimando los bolsillos de las amplias mayorías.
Ahora, cuando se produjeron estas tres salidas en pocos días, algunos peronistas imaginaban que el presidente buscaría un re-encauce político sentándose con la vicepresidenta. Pero no. Fernández ratificó su forma de hacer política, cada vez más cerca de las clásicas administraciones verbalizadas y de poco hacer, alejándose cada vez más de la historia del peronismo.
Se fueron del gabinete Juan Zabaleta, Claudio Moroni y Elizabeth Gómez Alcorta, en solo 4 días. Y sus reemplazantes han sido 3 mujeres determinadas pura y exclusivamente por el mandatario.
Alguien preguntará: Pero acaso él como presidente, no tiene el derecho de elegir y designar sin consultar a nadie...?
Claro que sí. Y así lo hizo antes y también lo hizo ahora.
El tema está en que ante la sumatoria de fracasos, desaciertos, errores y desorientaciones, lo censato, lo aconsejable, lo razonable, hubiera sido que se sentara con quien lo llevó a la candidatura de presidente y es –nada más y nada menos- que la política con mayor cantidad de seguidores en el país; la que tiene más poder político. Pero no lo hizo.
O lo que es peor: No quiso tener en cuenta que el ministro Moroni venía sumando cuestionamientos directos y duros desde hace tiempo de los sectores más cercanos a la vicepresidenta. Y que Gómez Alcorta se fue porque estuvo en desacuerdo por el desalojo (de fuerzas federales) a los grupos mapuches en Villa Mascardi.
Por ello, las designaciones de Victoria Tolosa Paz, Raquel Cecilia Kismer y Ayelén Mazzina, fueron decisión absolutamente propia, buscando reforzar lo que se dice es el ‘albertismo’.
Una Tolosa Paz que ha sido cuestionada desde los sectores cercanos a Cristina Fernández, y que no logró movilizar ni motivar al peronismo bonaerense con su discurso filo-progre, cuando encabezó la lista para diputados nacionales en 2021. Es la pareja del publicista Pepe Albistur, íntimo amigo de Alberto Fernández.
Raquel Kismer, a la que se presenta como “Kelly” Olmos, es una peronista de 70 años, formada y militante de la derechista Guardia de Hierro, que se sumó al menemismo, para luego ir adecuándose en diferentes líneas internas; una economista en Trabajo...
Y –al parecer- será ‘la’ ministra a respaldar desde los grupos de poder y los medios comunicacionales, que ya han comenzado a instalar que “tiene carácter”, “no la van a apretar”, va confrontar “con el sindicalismo k”, y “no se va a amedrentar” ante Pablo Moyano y Sergio Palazzo. Con lo cual, ya se tiene una idea de cual puede ser el lineamiento de su gestión.
Si el poder derechista y neoliberal, habla bien de ella, ‘licúa’ sus antecedentes de militancia, la designa por su sobrenombre o apodo (para hacerla ‘más familiar’) y le pone enfrente a quien deberá confrontar, ya se sabe qué intereses defenderá...
Mientras que con la designación de Ayelén Mazzina –al parecer- Fernández ha buscado instalar una idea o suerte de política federal de su gestión. Para lo cual apeló a alguien de su máxima confianza.
Por ello no llama la atención que la prensa hegemónica la presente y valore como una política “progresista”, “feminista” y “moderna”, cuando –justamente- el poder dominante en el país es derechista, reaccionario, claramente machista y conservador.
Está claro que las designaciones tienen como fin mostrar hacia el exterior del gobierno a un presidente fuerte, que sigue acrecentando su poder dentro del peronismo, sin importante en absoluto la verdadera relación de fuerzas dentro del peronismo.
Todo demuestra que Fernández continúa con su proyecto de fortalecerse sin importarle el aislamiento y rechazo que suma su mediocre gestión. El árbol no le deja ver el bosque, para desgracia de la Nación.
Y ahora, qué puede pasar...? Bueno, habrá que ver qué es lo que se espera que pase. De seguro que, a nivel político y administrativo del gobierno nacional, no mejorará en absoluto. Posiblemente sus funcionarias cuenten con más respaldo comunicacional, pero a nivel gestión nada está asegurado.
En cuanto a la vicepresidenta, ella ya ha hablado en reiteradas oportunidades. Y continuará con sus mensajes clarísimos, que van más allá de tal o cual designación. Ella no es una mujer que haya logrado instalar frases memorables e históricas que si logró Juan Domingo Perón. Por ello, no pudiendo apelar a las suyas, es bueno hacerlo con algunas del conductor del peronismo:
“El bruto siempre es peor que un malo... No he visto jamás a un bruto que se haya vuelto inteligente”.
“Como político es un gran médico”.
Que cada uno saque sus conclusiones (si corresponde).