CIUDAD DE MÉXICO-MÉXICO (Secretariado Social Mexicano)  11 Aniversario de la elección del papa Francisco.

Tras un duro y largo invierno eclesial, llegó el papado del Papa Francisco como una promesa hacia la recuperación de una iglesia al servicio de un mundo herido por la enemistad, la injusticia y la desigualdad. Se nombró a sí mismo como el poverello de Asís, quien en medio de un invierno eclesial similar (en la más dura cristiandad medieval) trajo frescura y novedad, semilla de una reforma que tres siglos después floreció inevitable en el mundo y la iglesia, también como una promesa aún por cumplir.

Quizás en esa inigualable memoria es que Francisco (papa) enarboló de nuevo la bandera de la renovación eclesial trazada por el Concilio Vaticano II, que sólo podría lograrse en una iglesia con rostro latinoamericano-caribeño, es decir una iglesia que mirara desde el sur del mundo, desde las y los oprimidos y no los opresores, desde abajo. Pero el invierno eclesial caló hondo en el cuerpo y el alma de la Iglesia (pueblo e institución), y pocos quieren hoy abrir de nuevo las puertas y ventanas para que corran aires nuevos. Paradójicamente, se ha reformado más la curia vaticana que la comunidad eclesial adormecida cómodamente en la autocomplacencia y la omisión (cuando no en la férrea resistencia al llamado de ¡hagan lío).

Hoy por hoy, Francisco es el papa de los paganos, de los ateos, un voz en el desierto eclesial, y hasta un mártir en su propio hogar. Sus pares obispos, en su mayoría, solo esperan que este soplo primaveral pase lo antes posible, y vuelva el invierno habitual sin que se altere mucho el estatus quo mimetizador todo intento de renovación radical. A pesar de ello, mucho se ha logrado y desde el sur del mundo y de la iglesia, esperamos (deseamos) que en lo esencial sean cambios sustantivos, es decir, duraderos, profundos, que sean nueva semilla que mientras más se le entierra, más florece.

Y en este día de felicitaciones mundiales al papa latinoamericano, además de ellas, ojalá se fortalezca el compromiso por otro mundo y otra iglesia posibles, donde acontezcan la paz, la justicia y la liberación definitivas.