Vie. 26. Jul 2024, Santa Fe - Argentina
Política

UN PORTAZO QUE HIZO POCO RUIDO

UN PORTAZO QUE HIZO POCO RUIDO

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  La historia contará que el peronismo, de la mano de Alberto Fernández acordó con el FMI en las condiciones que tal organismo impuso. Así de simple y sencillo.

Posiblemente –solo posiblemente-, quedará la anécdota que el el titular del bloque de diputados nacionales del oficialismo –Máximo Kirchner- no estuvo de acuerdo y renunció.

Tal vez alguien pretenda ser un poco más ambicioso en su informe y agregue que existieron algunas protestas callejeras contrarias a tal acuerdo.

Pero lo sustancial, lo importante, lo destacado, será que se informará que fue el peronismo quien selló la suerte de generaciones de argentinos. Ningún periodista apelará a detallar que fue el “albertismo” quien negoció y selló el acuerdo. A lo sumo dirán que el mismo –en cierta forma- fue avalado por el “kirchnerismo”, como forma de involucrar a la entonces vicepresidenta Cristina Fernández y a la fuerza interna que ella representaba.

Como mejor demostración de esa manipulación política, está que todo lo hecho por Carlos S. Menem, siempre le fue endilgado al... peronismo (en general).

Lo cierto es que analizando el hoy, en febrero del 2020, y pocas semanas después de la noticias de Fernández respecto al acuerdo, se entiende que es coherente que Máximo Kirchner alla renunciado.

Porque estaba en consonancia con su discurso. Pero también es bueno tener en cuenta que ese ‘enojo’, no representó absolutamente nada en términos de política grande, y en cuanto a alguna intención tendiente a impedir que el acuerdo fuera aprobado legislativamente.

Casi se podría decir que fue una renuncia testimonial. Extremadamente poco –o nada- para las necesidades políticas de los argentinos.

Si la renuncia se hubiera producido en otro momento y/o por otro motivo, la prensa hegemónica hubiera instalado la existencia de una fractura en el gobierno; sin embargo, apenas le dio un tratamiento justo y ‘necesario’; nada más. Porque en el fondo, lo importante era que el Fondo se saldría con la suya...

Es cierto que existen diferentes formas de ver el gobierno y de gestionar; estos dos años de Fernández apenas se pueden asomar a una devaluada imitación de aquellos lejanos y lastimosos tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín.

Existen opiniones diferentes en numerosos temas (entre el presidente y la fuerza política más poderosa del Frente de Todos, que lidera la vicepresidenta); en algunos de forma más extrema, en otros de forma más cercana. Pero todo queda allí. La justificación de ambos lados (o excusa?) es que se trata de un frente. El tema es que a medida que pasan los meses de gestión es cada vez menos... (frente) de Todos. Lo han demostrado los resultados de las elecciones legislativas del 2019, como la opinión que se palpa en la calle.

Desde los integrantes del Frente de Todos entienden que la única forma de llegar con alguna posibilidad de mantener el gobierno en el 2023, está en mantener –como sea- la unidad del Frente. Es verdad; nadie lo niega.

El tema es que con esta gestión se llegará unidos... pero debilitados. No hablemos de dominados (recuerdan aquella frase de Juan D. Perón de: “El año dos mil nos encontará unidos o dominados”...). Es así: lo de dominados no se discute; el tema pasa –dicen- por llegar unidos (como sea).

Esa unidad en la no-gestión o la unidad en la claudicación, va a seguir teniendo sus costos en las urnas.

Es posible que de algunos sectores tironeen un poco más, sustentados en la disconformidad interna que genera la administración albertista, como por el acercamiento al armado de listas para las Paso y la general...

Desde el entorno presidencial afirman que la renuncia de Máximo Kirchner ha sido un grueso error. Agregando que se trató de un hecho ‘personal’; con lo que pretenden distanciar de esa renuncia a la vicepresidenta, e inclusive a La Cámpora y aliados.

Para quien tiene algunos años de política, se podría decir que la renuncia no fue algo ‘personal’, sino que tuvo el guiño vicepresidencial. Posiblemente para que algunos sectores de la sociedad crean que Cristina Fernández está en contra del acuerdo cerrado por Fernández, pero que no quiere aparecer como ‘desestabilizadora’. Que prioriza la (bendita y necesitada) unidad, pero mostrando una ‘cierta’ diferencia con Fernández.

Otros directamente consideran que ha sido una maniobra de entretenimiento y de hipocresía política. Porque en el fondo todos (Fernández, Cristina y Máximo) coinciden en que ese debía ser el acuerdo con el Fondo.

A todo ello deben agregarse las diferentes opiniones honestas, interesadas, manipuladoras, engañadas, superficiales, ignorantes...de otros. Donde todos parecen tener algo de razón.

Y ahora...?

Bueno, ahora se debe pensar en qué hará el gobierno tras las consecuencias que generará el acuerdo. El resto es anecdótico. El titular de la Cámara de Diputados –Sergio Massa- se encargará de asegurar los votos oficialistas y aliados; el establishment dará la orden que los legisladores neoliberales y derechistas voten a favor (más allá de su pirotecnia verbal mediática); los medios hegemónicos ponderarán el voto “patriótico” de la oposición; el FMI y los poderes dominantes se refregarán las manos, y todo ello... para el pueblo que lo mita por tevé...

Sí es dable destacar que la oposición de Máximo Kirchner a la forma en que se negociaba con el Fondo, no fue un tema nuevo, sino que meses atrás se lo había expresado personalmente al presidente. Lo que dejó en claro el mandatario fue que no le interesó en absoluto su opinión, ni la de Cristina. Inclusive el propio titular del bloque de diputados nacionales y la vicepresidenta se enteraron de ‘ciertos puntos’ tratados por Argentina con el FMI, cuando el ministro de Hacienda –Martín Guzmán-, se los informó a los gobernadores...

Mientras tanto, y cuando Fernández estaba de gira (Rusia, China y Barbados), desde diferentes sectores internos del Frente de Todos se ‘trabajó’, para minimizar las (posibles) consecuencias de la renuncia de Máximo Kirchner, y buscar fortalecer un Frente de Todos que muestra notables debilidades.

En este aspecto y para ser honestos, las miradas deben tener dos direcciones. Por un lado al presidente que no tiene ningún tipo de poder político interno; tiene aliados por necesidades coyunturales (gobernadores, legisladores, funcionarios). Un mandatario que gestiona el presente y trata de construir ‘algo’ con vistas al 2023 (qué...?).

Por el otro hacia Cristina Fernández, que sigue siendo la política argentina con más poder y capacidad. El tema es que al cumplir pura y exclusivamente su papel de vicepresidenta, su poder político va disminuyendo, limando, autodestruyendo. Ella ha demostrado que tiene una mirada que va más allá de la actualidad y mantiene una inmensa distancia sobre la clase dirigencial argentina en general.

Pero el tema está en que Cristina no gestiona, no muestra su capacidad, y su actividad en el Senado nacional no “llega” a la población.

Mientras tanto, el grupo Clarín lanzó la operatoria para tratar de instalar a Agustín Rossi nuevamente como ministro. Inclusive han arriesgado que llegaría a la Jefatura de Gabinete. No es un ‘comentario’, sino una apuesta de máxima de dicho poder. Ello significaría sacar a Juan Manzur, afectando la convivencia del presidente con numerosos gobernadores peronistas...

Inclusive es una apuesta a tratar de ‘ayudar’ a que Fernández pueda construir un poder propio para llegar al 2023 con suficiente poder interno como para ‘imponer’ el candidato presidencial en el 2023 (desplazando al poder real que representa Cristina Fernández). Una jugada que algunos anti-Cristina que integran el Frente de Todos han visto como “genial”, y ya decidieron apoyarla...

Sintetizando: Fernández considera que cerrado el tema con el FMI –y neutralizándose las consecuencias de la pandemia-, le queda espalda y resto político como para salir a gobernar ‘con fuerza’ lo que le queda del mandato.

Un pensamiento honesto por cierto y comprensible en cuanto a cuales han sido sus ambiciones como presidente. El tema es que el poder real no se contenta con tener buenos alumnos, y es insaciable.

Con los deberes hechos por el peronismo (2019-2023), el sistema dominante volverá a querer controlar el poder formal como lo hizo con Mauricio Macri. Seguramente que a éste no volverán a sostenerlo y quien ha ‘picado en punta’ dentro del espacio derechista y neoliberal es Horacio Rodríguez Larreta.

Pero no todo está dicho; los análisis políticos del poder real dan cuenta que este candidato ya habría llegado a su ‘techo’ (o que podría crecer muy poco), y ello no les garantizaría el triunfo en el 2023; por lo cual consideran diferentes acciones políticas y mediáticas, para conformar una grilla de candidatos (a gobernadores y legisladores) que le den respaldo a una fórmula presidencial que –consideran- debe tener a una mujer (de Rosario?).