MONTEVIDEO-URUGUAY (por Jorge Aniceto Molinari)  (Abordando eso gris, que parece la teoría).

El programa de las derechas, no necesita ni siquiera ser escrito: es conservar en las mejores condiciones lo que se tiene, y si es necesario recortar aún más las conquistas de los más.

Dentro de esas condiciones está el manejo de las guerras. Permitir democracias controladas, controles que van más allá de los manejos nacionales, que tienen que ver con las políticas que impone el Fondo Monetario Internacional.

¿Qué significa esto?, que hay una tendencia global, que no regía y no rige en los centros de desarrollo aún del capitalismo – la zona de libre comercio más grande de la historia en cuyo seno están países como China y Vietnam- que determina que aun con respiros para la situación de la gente –ejemplos Lula, el Frente Amplio, el chavismo, el peronismo -, aumentan los ricos, cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Hay sectores, que podríamos calificar de infantiles, que piensan que hay una gran conjura mundial, cuyo objetivo es eliminar algún mil de millones de la población mundial para seguir haciendo viable la existencia predominante del modo de producción capitalista. Esto no solo que es falso sino que ignora que la llave que mueve al capitalismo es la rentabilidad, que es una variable finita, que no pueden manejar.

Es cierto la “inteligencia universal” está adormecida, sus científicos en cientos de distintas ramas no expresan plenamente sus ideas. Pero de ahí a imaginar una conjura universal, orquestada; solo puede caber en cabezas  que se resisten a ver como la crisis actual conduce inexorablemente al fin de la humanidad con la guerra, o a un acuerdo que termine con la predominancia del modo de producción capitalista.

Los fundamentalistas de derecha y de izquierda sueñan con un enfrentamiento, que termine con el triunfo de una de las facciones.

Es dramático porque lo que ocurre en las distintas disciplinas científicas es trágico para la humanidad. Lo que pasa es que nada puede ser apartado de los que es la lucha de clases, que no significa que tenga que triunfar una de las facciones, sino que se debe poner el avance de la humanidad en medidas que den fin a la predominancia del modo de producción capitalista.

Nos dicen: los “fascistas” jamás van a aceptar esto. Sí es así, ¿pero que es un fascista, sin poder, sin cadenas de mando?, de eso se trata, en avanzar con un programa que junte a los mejor de la humanidad.

Ese ha sido el déficit de la izquierda luego de la muerte de Lenin en 1924, ya llevamos un siglo sin programa y a tientas en el avance ideológico, con grandes deseos de avance nacionales en un mundo cuyas economías están gobernadas en pugna por los complejos empresariales multinacionales.

Veamos los programas de la izquierdas en el mundo –excluimos a China y Vietnam que están hoy en el centro del desarrollo capitalista-, son un cúmulo de buenas intenciones.

Hay dos herramientas, decisivas en los programas, que eluden analizarlas: moneda e impuestos.

¿Pero qué va a pasar con China y Vietnam?, que van a participar en una gran salida universal para esta crisis final de la predominancia del modo de producción capitalista o la destrucción de la propia humanidad por la guerra.

No podemos precisar plazos, pero esto tiene que resolverse, no hay mucho tiempo, la humanidad lo necesita.