MILANO-ITALIA  (PrensaMare)  Pese a todas las maniobras de des-información, engaño y ocultamiento llevadas adelante por años, occidente ya no puede continuar ocultando sus estrechas relaciones con las bandas terroristas que han azotado a Siria.

Estas organizaciones terroristas -particularmente el llamado “Frente Al-Nousra” (foto)-, han sido denunciados porque invierten cientos de millones de dólares en Turquía.

Ese dinero proviene de la ‘ayuda’ entregada desde territorio turco que se dice, va a ser destinada a la población civil. Sin embargo, lejos de ello, no tiene ese destino, sino que se vende en el mercado negro. Así, se generan flujos de dinero que los terroristas van invirtiendo posteriormente en Turquía.

Así es como aparecen ciertas ‘reactivaciones’ económicas en actividades gastronómicas, de inmuebles y automotrices. Estas maniobras no son nuevas; han sido comprobadas durante un lapso de 4 años, donde se han desviado entre 200 y 260 millones de dólares. “Inversiones” efectuadas en ciudades como Estambul, inclusive.

El poder de esta banda terrorista es tan grande, que controlan el cruce de Bab al-Hawa en Idlib (en la frontera sirio-turca). Ese es el lugar utilizado por las organizaciones internacionales para entregar la ‘ayuda’. Es en ese sitio donde toman el control de las mercaderías, las envían a ‘almacenes’ o ‘depósitos’ propios –en suelo sirio-, donde posteriormente distribuyen para su comercialización en diferentes ciudades. Se trata de mercadería recibida a “costo cero”; por lo que todo es ganancia.

De esta maniobra no solo forman parte las autoridades de Turquía, y quienes conducen a las organizaciones humanitarias donantes (de mercadería que nunca tendrá ese destino), sino también los representantes de la misma ONU.

Está demás decir que las principales agencias de espionajes de las potencias occidentales están al corriente de esto, pero no solo que no han denunciado esta estafa internacional, sino que la protegen, porque existen decisiones políricas ‘superiores’ provenientes desde quienes conducen esos países.

Turquía es un buen socio político –más allá de no gustarles ciertas actitudes de su dictador Recep Tayyip Erdoğan-. Necesitan del país en su estrategia contra Rusia, a la vez que apoyan “la contención” que realizan de oleadas de inmigrantes que (llegando desde países de Asia y Africa) pretenden llegar a la Europa Central.