Vie. 29. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (Manuel J. Gaggero)

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (Manuel J. Gaggero)

CÓRDOBA-ARGENTINA  (por Manuel Justo Gaggero)  Como en la novela de Gabriel García Márquez pero ya no en ficción sino en la vida real la siniestra organización  autodenominada “Triple A “-el Somaten criollo así denominado por quién impulso su creación el “General en su Laberinto” -en un día como hoy pero hace 47 años asesinaba, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, a Rodolfo Ortega Peña.

Su pareja Helena Villagra fue herida. Fue un golpe muy duro ya que en los últimos años nos sentíamos muy hermanados con este claro exponente de las generaciones  del  60 y del 70.

La noche anterior me encontré  a cenar con él, su compañera, Alicia Eguren y el responsable de las relaciones con los partidos democráticos del PRT-ERP Carlos German “el Negro Mauro”.

Lo hicimos en una parrilla  ubicada en la calle Montevideo entre Sarmiento y Corrientes. Al comenzar la velada analizamos el particular escenario que se abría  a partir de la muerte del “General” el pasado 1° de este mes. La llegada de Isabel Martínez de Perón a la presidencia y las claras  decisiones anteriores que restringían la libertad de expresión como fueron la clausura del diario “El Mundo” el 14 de marzo, y de las revistas “Militancia” y “El  Descamisado”, en junio, presagiaban un futuro obscuro.

Sin duda que coincidíamos en que  se estrechaban los límites de la frágil democracia y que  se ampliaba la represión legal e ilegal al movimiento popular y revolucionario. Por ello resultaba correcto  el llamado que hacíamos de  conformar un Frente Antifascista como lo propusimos en el último Congreso del FAS en Rosario.

Ya avanzada la madrugada Rodolfo empezó a  plantear la gran admiración que sentía por Mario Roberto Santucho y la extraordinaria tarea  llevada  a cabo por este para construir una verdadera alternativa de poder que interpelaba a las clases dominantes.

Consideró que por otra parte esta construcción era amplia y plural ya que  había incorporado a militantes cristianos  que adherían a la Teología de la Liberación. Por ello, concluyó, quería solicitar su incorporación a esa organización sabiendo que respetarían su mirada de la realidad.

Su planteo nos sorprendió a mí y a Alicia ya que ambos seguíamos reivindicándonos como peronistas revolucionarios más allá del cada vez mayor distanciamiento del “Líder” y de la conducción burguesa del Movimiento.

“Mauro”, en cambio, estaba muy contento y señalo que al día siguiente llevaría esta solicitud al Buró descontando que no sólo que sería aceptado sino que sería un gran aporte en el camino de  la lucha revolucionaria.

Todos estos recuerdos  se agolpaban en mi memoria reciente y pensé como los había conocido a él y a  Eduardo Luis Duhalde. A ambos me lo presentó Luis Cerrutti Costa  en un encuentro en la CGT de los Argentinos en el año 1967.

Hasta el 25 de mayo de 1973 la actividad de ambos en la defensa de los compañeros encarcelados fue  intensa destacándose el rol en la denuncia de la masacre de Trelew perpetrada por la  Armada en la base “Almirante Zar”.

Cuando comenzaron a editar la revista “Militancia” ampliamos nuestros contactos. La misma estaba cofinanciada por el PRT-ERP lo mismo que el diario “El Mundo”; en el que revistaba como Subdirector. Cuando nuestro amigo y compañero ocupó la banca de Diputado Nacional y conformó el “Bloque de Base” empezó a tener un claro protagonismo en el apoyo  a los militantes del sindicalismo combativo haciéndose presente en Villa Constitución respaldando a los delegados de  las acerías que exigían a la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica encabezada por el “sindicalista de negocios” Lorenzo Miguel elecciones libres en la Seccional y el levantamiento de la ilegal intervención.

Fue uno de los principales oradores en los Congreso del Frente Antiimperialista y por el Socialismo realizados en Tucumán en Sáenz Peña –Chaco – y en Rosario. Denunció la “Masacre de Pacheco”-el asesinato de militantes del PST  llevado a cabo por la  banda paraestatal que terminaba con su vida.

Antes había reclamado la aparición con vida de los “desaparecidos de Perón”  Antelo y Roldán luego del intento de copamiento de la Unidad Militar de Azul llevada a cabo por el Ejército Revolucionario del Pueblo en enero de ese año, 1974.

El atentado que sesgó su vida era “la crónica de una muerte anunciada” ya que un reconocido exponente da la ultraderecha Ernesto Alemán, en un periódico que se editaba en Buenos Aires en el idioma de Hegel, había propuesto que el gobierno imitara a los nazis en lo que llamaron los días de “Noche y Niebla” e hiciera “desaparecer” a “Firmenich, Ortega Peña, Silvio Frondizi, entre otros, para evitar que la Argentina se convierta en una nueva Cuba”.

La Alianza Anticomunista Argentina tenía “esa misión”. Al día siguiente comenzó el velatorio en la Federación Gráfica Bonaerense –la histórica sede de la C.G.T A. Militantes de diferentes organizaciones  populares y revolucionarias concurrieron a darle el último adiós a quién se ganó el respeto y la admiración de todos los que caminábamos en la búsqueda de una sociedad socialista en una Patria Liberada.

Todavía resuena en mis oídos el final del discurso con el que Eduardo Luis Duhalde lo despidió en  un cementerio  con el aire enrarecido por  los gases lacrimógenos lanzados por la represión encabezada por el Jefe de la Policía Federal Alberto Villar.

“Ha muerto un Revolucionario. Viva la Revolución”. Está en la historia que escriben los pueblos. No lo olvidaremos.

(Manuel Justo Gaggero, Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”. Este relato forma parte del segundo tomo de la saga de mi autoría “Un Viaje hacia las Utopías Revolucionarias” que será editado próximamente).