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Opinión

CHILE: ISRAEL Y SU PARTICIPACIÓN GOLPISTA EN 1973 (Rodrigo Karmy)

CHILE: ISRAEL Y SU PARTICIPACIÓN GOLPISTA EN 1973 (Rodrigo Karmy)

CIUDAD DE BUENOS AIRES-ARGENTINA (por Rodrigo Karmy, Resumen Latinoamericano)  Israel y Pinochet: A propósito de los 50 años del Golpe de Estado de 1973.

Cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado, masacre que restauró la usurpación oligárquica de Chile, resulta decisivo exigir cuentas a Israel por su participación en la dictadura de Pinochet y en la prolongación de su industria durante el período de la democracia. ¿Qué implicación tuvo Israel en la dictadura? Sabemos que el golpe se fraguó en EEUU, que tuvo el soporte necesario desde Brasil, pero aún falta dilucidar el lugar que tuvo Israel en esta ecuación.

1.- Dictadura.

No solo de EEUU vive el golpe de Estado de 1973: la obsesión por conmemorar no puede pasar desapercibida por un actor que ha sido crucial desde que la dictadura de Pinochet lo convirtió en el más importante vendedor de armamento a las Fuerzas Armadas y de Orden chilenas: Israel. Con el Informe Church y otros documentos desclasificados conocemos la implicación de los Estados Unidos de América en la planificación y ejecución del golpe de Estado de 1973; gracias al  libro de Tanya Harmer “El gobierno de Allende y la guerra fría interamericana” conocemos el rol que tuvo Brasil como plataforma de los servicios de seguridad del cono sur, pero desconocemos casi completamente el rol que tuvo Israel, sobre todo, después del embargo que sufre la dictadura de Pinochet desde 1976 por parte de los EEUU.

En su último libro, titulado The Palestine Laboratory el periodista de investigación Antony Loewenstein ofrece un pormenorizado periplo de las intervenciones israelíes en diversos regímenes dictatoriales a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y el modo en que dichas intervenciones ha potenciado su industria militar centrada en tres aspectos: la ciberseguridad, el contraterrorismo y seguridad fronteriza [1].

La investigación de Loewenstein sostiene que los territorios ocupados palestinos funcionan como el laboratorio en el que la industria securitaria israelí prueba sus armas que luego vende al mejor postor a nivel global. Por supuesto, dicha industria fue apuntalada por la enorme “ayuda” dispensada geopolíticamente por los EEUU desde finales de la Segunda Guerra Mundial que llega al monto de 228.7 billones (hasta el año 2020) [2]. Asimismo, desde los años 80, Israel produjo alrededor de 700 firmas de tipo militar donde el 80% de su producción es exportada. Más aún, dirá Beinin: “Las corporaciones, tecnología y personal comerciales israelíes y estadounidenses están muy interconectados” [3]. Esa imbricación de la industria entre ambos países constituye la base material del “lobby” sionista en los EEUU, justamente, que tiene colonizado a los dos grandes partidos políticos, el demócrata y el republicano.

Más allá de la hasbara, propaganda israelí que insiste en que Israel es la “víctima” asediada por todos lados porque sería nada menos que la “única democracia en Medio Oriente”, lo cierto, es que el Estado sionista juega a partir de una estrategia doble: por un lado, se viste de ropajes liberales y democráticos y, por otro, ejerce un ininterrumpido colonialismo contra el pueblo palestino.

El doblez israelí explica, por un lado, el que Israel haya acogido a ciudadanos chilenos judíos perseguidos por la dictadura y, a la vez, se haya implicado secretamente en el fortalecimiento de la misma dictadura que perseguía a sus ciudadanos. Más aún: dicho doblez permite entender porqué ha triunfado la ultraderecha en las últimas décadas. Fenómeno que no es “causa” de la intensificación colonial, sino precisamente su efecto más prístino apuntalado gracias a la consolidación y prueba de su industria de seguridad sobre los territorios ocupados palestinos.

Sin embargo, llama la atención que gran parte del primer capítulo del libro esté dedicado a la relación que Israel estableció con el Chile de Pinochet: “Israel no solo entrenó personal chileno para ayudar la represión contra su propio pueblo. Después del embargo de armas contra Chile aprobado por el Congreso estadounidense en 1976, un cable desde la embajada estadounidense en Chile muestra que Israel era el mayor distribuidor de armas a Pinochet. Otro cable estadounidense, del 10 de abril de 1984, indica que la subsecretaria de estado estadounidense señalaba que Israel era uno de los distribuidores de armas más importantes al régimen” [4]. Como se sabe, dos ciudadanos israelíes, David Silbermann cuyo padre fue detenido y desaparecido desde 1974 y Lily Traubmann, hija de un ejecutado político en 1973[5], han exigido al Estado sionista desclasificar los documentos que lo implican con la dictadura de Pinochet, sin éxito [6]. Aún existen alrededor de 19 mil documentos que Israel no ha desclasificado y su rol en la dictadura pinochetista se mantiene aún bajo secreto [7]. Y no solo respecto de su rol en Chile sino en el conjunto de las dictaduras instaladas en el Cono Sur.

Es clave, sin embargo, advertir que, más allá de los documentos, existe un hecho indesmentible: la dictadura de Pinochet, sobre todo, después del embargo auspiciado por el Congreso estadounidense contra la venta de armas a Chile en 1976, convirtió a Israel en el principal proveedor de “seguridad”: Elbit systems, IAI y Rafael, entre otras, se convirtieron en las principales empresas asociadas a la industria securitaria chilena. A esta luz, Loewenstein advierte un asunto clave: Israel llegó a constituirse en el principal proveedor de “seguridad” a nivel global porque, entre otras razones, siempre reemplazó a los Estados Unidos para evitar que estos últimos aparecieran implicados en operaciones de desestabilización y golpes de Estado. Pero ello fue posible –insiste Loewenstein- porque las empresas israelíes venden sus productos bajo certificación de “calidad”: los territorios ocupados palestinos funcionan como “laboratorio” de sus pruebas. Más aún que la ocupación sobre Palestina, a propósito de las reformas neoliberales implementadas en Israel desde los años 80, se ha privatizado y abierto un terreno absolutamente impune de experimentación sobre la población palestina, por parte de la industria armamentista israelí.

En este sentido, cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado, masacre que restauró la usurpación oligárquica de Chile, resulta decisivo exigir cuentas a Israel por su participación en la dictadura de Pinochet y en la prolongación de su industria durante el período de la democracia. ¿Qué implicación tuvo Israel en la dictadura? Sabemos que el golpe se fraguó en EEUU, que tuvo el soporte necesario desde Brasil, pero aún falta dilucidar el lugar que tuvo Israel en esta ecuación. Pues, de la misma forma que lo estuvo con la Guatemala de Ríos Montt, con la Sudáfrica “blanca” del apartheid, Israel no ha dejado de intervenir en determinados regímenes para consolidar su industria vía el diverso ofrecimiento securitario que va desde el entrenamiento militar y policial (tal como Israel hizo a las fuerzas de EEUU durante la “guerra contra el terrorismo”), la ciberseguridad (dronificación y digitalización de la vigilancia) y controles fronterizos que, como podemos deducir, es un tema que hace 75 años Israel maneja a la perfección.

La pregunta por la implicación israelí habría que plantearla, sobre todo, cuando fue el gobierno de Piñera uno de los gobiernos que más dinero invirtió en la compra de armas a Israel desde la dictadura [8]. Los dispositivos que usa la policía y las diversas ramas de las Fuerzas Armadas chilenas son israelíes, es decir, se prueban en el laboratorio palestino de los territorios ocupados para luego utilizarse contra la población chilena (revuelta de 2019) y sobre todo, contra Wallmapu que, trágicamente, funciona como nuestra verdadera Gaza chilena.

2.- Idea.

El punto, por cierto, consiste en visibilizar la complicidad del Estado chileno en el crimen sistemático del colonialismo israelí sobre el pueblo palestino y, a la vez, del terrorismo de Estado ejercido por la dictadura de Pinochet y de la transición sobre Wallmapu contra ciudadanos chilenos gracias al apoyo israelí. ¿Quiénes son los palestinos, quienes los chilenos?

Mostrar el crimen en el seno mismo del monumento de la moral (el Estado sionista) permite atender a un hecho crucial:  cuando se compran dispositivos de seguridad no se compra un simple “instrumento” que puede ser utilizado “para bien o para mal” según la opinión dominante, sino que se compra un concepto, una “idea” de la misma “seguridad”, si se quiere, un diseño teórico y práctico a la vez. Por eso, el fortalecimiento de las sociedades de control que nos rodean de dispositivos de seguridad, obedecen a la “idea” israelí, en la medida que sus grandes corporaciones se han convertido en las empresas más importantes a nivel mundial que, por ejemplo, tiene la capacidad de producir un 60% de los drones utilizados en diversas partes del planeta.

Desplazar nuestra mirada desde la figura “antropológica e instrumental” hacia la noción de  “dispositivo” nos permite advertir que cuando compramos armas israelíes (así como cuando compramos cualquier mercancía, según ya nos advertía Marx) en realidad estamos comprando una “idea” que convierte a la “seguridad” en un soporte ontológico que deviene la sutura del sujeto al mundo. El sujeto deviene, entonces, en un sujeto de la seguridad y el mundo un enorme campo de dispositivos orientados a controlar cada movimiento de la vida cuya pasión política fundamental se anuda al terror. Llenos de enemigos deshumanizados que asedian a un orden que nunca se estabiliza, la sutura securitaria hoy día es una sutura completamente sionista. 

Sea dicha sutura la que permita comprender las palabras de Nikki Haley, otrora embajadora de los EEUU en Naciones Unidas durante la administración Trump, quien ha sido una defensora crucial del régimen sionista: Israel no sería un simple Estado sino una “idea”, dijo. La “idea” israelí es nada más que la de la “seguridad” cuya forma mundializada se cristaliza políticamente en el neofascismo contemporáneo cuyo modelo ha sido Israel [9]. Un modelo que expresa la totalización del proyecto imperial euro-atlántico, que funciona como su referente teológico-político fundamental.

¿Qué es el neofascismo? Nada más que la conciencia política de la sociedad de la “seguridad” o, como le llamaba Gilles Deleuze, la “sociedad de control”. A esta luz, Israel como “idea” convierte al mundo en un peligro y a los seres humanos en eventuales “enemigos absolutos”, es decir, deshumanizados.

Comprar la “seguridad” israelí es comprar su “idea” de que los ciudadanos chilenos serán vistos como “enemigos absolutos” tal como los concibió la dictadura de Pinochet y, aunque de un modo “democrático”, tal como las fuerzas policiales operaron en la revuelta del 2019. Hoy día, lo que la jerga liberal sigue llamando “democracia” no es más que una sociedad de control en la que el estado de excepción parece convertirse en un verdadero paradigma de gobierno y los dispositivos de seguridad no dejan de palestinizar el conjunto de nuestras vidas. 

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[1] Joel Beinin The Us-Israeli Alliance. En: Joel Beinin, Bassam Haddad, Sherene Seikaly (eds)A critical political economy of the middle east and north africa. Ed. Stanford University Press. 2021.

[2] Idem.

[3] Idem. p. 209.

[4] Antony Loewenstein The Palestine Laboratory. How Israel exports the tchnology of occupation around the World. Ed. Verso, London, p. 20. (traducción mía).

[5] https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/07/20/israel-estudia-abrir-archivos-secretos-sobre-relaciones-conpinochet/?fbclid=IwAR2uPYHsD2GYMudj4aiqfO9qKid9qr6svgn81X2_-Rc2uhRHcvIdPnY6Vl4    

[6] Antony Loewenstein The Palestine Laboratory. Op.cit.

[7] https://orientxxi.info/magazine/chile-terreno-de-pruebas-para-las-armas-israelies,3519?fbclid=IwAR3eJVv5BqrJuOmPNFt1fKH8Sc0ycatEhah4sc2uPvv0OcxCfMJL6SUeYrU

[8] Sofía Alvarado. El militarismo israelí en Chile. Ed. Movimiento BDS Chile, 2021.

[9] Ali Abunimah The battle for justice in palestine. Ed. Haymaker books. Canadá, 2014.