SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare) Ale Dandrea y Daniel Ybañez, me dieron la triste noticia. Inesperadamente murió Rubén Olivera.
Un amigo de cuatro décadas; nos conocimos durante la gestión municipal del intendente santafesino, Tomás C. Berdat. Proveníamos de militancias diferentes y nunca coincidimos en el mismo sector interno.
Pero construimos una amistad desde las diferencias, pero fundamentalmente, desde nuestras coincidencias del gran paraguas que es el Movimiento Peronista.
Solidario y amigo. Amante de “la rosca”; de la negociación; de los acuerdos. Un constructor de acercamientos entre grupos y sectores, pero también un eximio rupturista –si era necesario-.
Llegó a ganarse el mote de “Ratón”, porque se metía en los lugares más impensados.
Se fue –aparentemente- tranquilo; sin sufrir; un hijo lo encontró sentado el lunes 7 de abril de 2024.
La pandemia, la partida de otro hijo y este presente nacional lo habían llevado a encerrarse. A rechazar tomar un ómnibus y encontrarse con amigos, compañeros o conocidos en algún bar céntrico.
Le dolía que millones hayan tomado como ‘bandera’ la indiferencia, la (supuesta) salvación individual, las redes (anti)sociales, el odio, la (supuesta) anti-política.
Cuestionaba la pasividad sindical y política partidarias; imaginaba que antes de mitad de este 2024, los universitarios serían el motor de la movilización contra el actual régimen entreguista.
Se fue con esa ilusión. Se fue Rubén. Se fue un amigo. Rodolfo O. Gianfelici.
