Vie. 19. Abr 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

DEMÓCRATAS, AHORA QUÉ DICE... (Jorge A. Molinari)

DEMÓCRATAS, AHORA QUÉ DICE... (Jorge A. Molinari)

MONTEVIDEO-URUGUAY (por Jorge Aniceto Molinari)  (Abordando eso gris, que parece la teoría). Entre los temas que acaparan la preocupación, están la guerra, la droga, la pobreza, y  en un importante sector de lo más ilustrado de la sociedad, la defensa de la democracia.

Somos de los que pensamos, que las conquistas democráticas son resultado de las luchas populares que las han impuesto. No hay una forma ideal de la misma, pero todos somos contestes que ella en definitiva no se le puede preservar con seguridad, sin democracia económica.

Un ejemplo paradigmático es Venezuela, con las leyes y con la Constitución, aprobadas mayoritariamente por el pueblo de ese país, le era imposible a los intereses del otrora imperialismo yanqui voltear al gobierno y tomar el poder, hacerse entre otras cosas de su petróleo.

Entonces se inicia una campaña internacional para señalar al gobierno de Venezuela como dictatorial – y no somos de los que damos por válido todo lo que el gobierno constitucional de ese país hizo, donde sin duda que hay errores y horrores- , pero no alcanzó y se inició entonces el ahogo económico, pensando que ello iba a provocar una reacción que hiciera imposible la subsistencia de ese gobierno.

Todo indica que para satisfacción de los demócratas del mundo esos criminales intentos han fracasado. Lo que no quiere decir que no lo vuelvan a intentar.

Entonces que pasa en cada uno de los países de nuestro planeta con la democracia, ¿avanza o retrocede?: sin duda: retrocede, porque el mundo es cada vez más bestialmente desigual. Ello se manifiesta en que la industria de la guerra es la de mayor desarrollo, y que el comercio de la droga es lo que más desarrollo tiene.

¿Esto puede empezar a cambiar? Sí, pero se necesita que lo mejor de la sociedad organizada en lo que son sus expresiones política, sociales, sindicales, culturales, se unifique en un programa que imponga medios para la reconversión de la sociedad y fundamentalmente de la industria de la guerra. Hablo siempre de dos herramientas a mí entender imprescindibles para el cambio: la moneda y los impuestos.

Pero en estos días me han sorprendido compañeros que siempre ponen como un objetivo de sus esfuerzos la democracia –lo cual es elogiable-, en su reacción negativa –porque no lo ven posible- a una modesta propuesta legislativa que he realizado y que aquí la explico:

“Alcanza con una ley que se apruebe en cada país, pero obligatoria para operar en el mercado internacional a cada una de las naciones.

Art. 1 Ninguna operación con dinero será válida si no está debidamente registrada donde la legislación del país lo determine.

Art. 2  Comuníquese, publíquese y archívese.

Después me cuentan”.

¿Y por qué lo digo?, porque que si no existiera la posibilidad democrática de aprobar una iniciativa de este tipo, entonces lo que nos están diciendo que lo que es imposible es la democracia.

Se tiene que lograr que esto funcione en la inmensa mayoría de los Estados del mundo, con las consecuencias que ello implica, que permitirá encarar programas universales que transformen al FMI y al Banco Mundial en instrumentos de una proyección económica universal que permita reconvertir a todo el aparato industrial que atienden la guerra, y todas las lacras de la sociedad, incluidas en ella el comercio de la droga.