Vie. 29. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

MASSA, O CÓMO SEGUIR ARRIANDO BANDERAS (Rodolfo O. Gianfelici)

MASSA, O CÓMO SEGUIR ARRIANDO BANDERAS (Rodolfo O. Gianfelici)

SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici)  El desembarco de Sergio Massa –convertido en ministro todoterreno-, ha sido la mejor aceptación del sin-rumbo del gobierno de Alberto Fernández.

Tantos desaguizados, errores, y no entendimiento del peronismo, tuvo su ‘frutilla’, que –para qué negarlo- cuenta con el apoyo del establishment. Un hecho tan evidente que el mismo decidió ‘tranquilizar’ la economía, otorgándole (por un tiempo) un chequecito en blanco al ministro, para que concrete lo que ellos anhelan (y exigen).

Se podrá decir que el párrafo anterior es demasiado negativo o pesimista...? No: Más bien debería entenderse como muy optimista, en cuanto a que no considera las consecuencias que tendrá esta consolidación de la dependencia y el empobrecimiento, en nombre del peronismo...

Porque –según me enseñaron décadas atrás-, a toda acción le corresponde una reacción. Si tenemos en cuenta que en el país existe el peronismo, es de esperar que comiencen (más tarde o más temprano) las reacciones.

Es bueno aclarar que no soy anti-Massa. Simplemente me baso en su historia y acciones; tiene una concepción de la política totalmente neoliberal, partidocrática y de defensa de los intereses de los poderes dominantes. Así de simple y sencillo. Él mismo –con su trayectoria- se ha encargado de demostrarlo y reafirmarlo.

Se asiste a una suerte de “primaverita” económica disimulada por la clase política en general, y acompañada por los medios hegemónicos, mientras la inflación sigue atacando los bolsillos de empleados, cuentapropistas, jubilados, pensionados, desocupados, changuistas, sub-ocupados...

Los únicos que no pierden son los que controlan la economía. Ellos siempre ganan. Porqué van de dejar de hacerlo ahora con Massa...?

Esta “primaverita” muestra un dólar tranquilo; un dólar soja; una contínua remarcación de precios; y una clara y lastimosa desazón social. Los sectores populares están desencantados; casi se podría decir que se consideran abandonados por la clase política y dirigencial en la que (alguna vez) confiaron.

Pareciera que dentro de esos sectores, la única que logra mantener una cierta confiabilidad es Cristina Fernández. Con la salvedad que en el 2023 le costará lograr una transferencia de votos en favor del candidato que ella impulse, teniendo en cuenta el ‘caso’ Alberto Fernández...

Dentro de este estado lamentable, el gobierno con su política y pensamiento, carece de herramienta alguna para establecer pautas serias en economía. Corre detrás de los hechos y los poderosos, intentando convencerlos que es bueno dialogar, consensuar y no ganar tanto...

Suena inocente; pero sucede así, sin percatarse que el 2022 va a cerrar con una inflación cercana al 100%.

Una de las mejores herramientas que poseía el gobierno era el de saber negociar con el FMI; pero claudicó y dilapidó lo único que poseía. Ahora solo le queda cumplir con lo que aceptó: ajustar.

Pareciera que el único “plan” del gobierno es el de conseguir divisas (para cumplir compromisos externos); y se ilusiona con que cumpliendo con los que mandan, le permitirán (en algún momento) acceder al mercado de capitales. No comprenden políticos gobernantes y funcionariado que solo se trata de una zanahoria colgada por delante, para que sigan caminando.

Sin ideas ni herramientas para frenar y bajar la inflación, el FMI es el gran beneficiado, porque en el gobierno creen que con la aplicación de sus fórmulas, podrán domesticar la inflación.

En verdad son inocentes...?

Lo cierto es que la titular del FMI, Kristalina Georgieva, dijó en conferencia de prensa, luego de recibir a Massa que ese es el único camino. Si miramos lo hecho por el organismo desde 1956 a la fecha en el país (y también en el mundo), podemos observar que lejos de solucionar problemas, los planes fondomonetaristas agravan, agudizan, empeoran las situaciones de cada país y de los sectores popular.

Porque la misión del FMI no es la de resolver los problemas, sino lograr que cada país se endeude cada vez más.

Con una cruda certeza -que hasta suena una sentencia o una ‘ejecución’-, dicha funcionaria afirmó que “Hay un compromiso muy fuerte de Argentina con el programa (del FMI), en reconocimiento de que el programa es un ancla para la economía argentina. No tienen el lujo de otros anclajes”.

Con semejante afirmación... Agarrate Catalina

Claro que ni la señora, ni el superministro se han preocupado por citar una (aunque más no fuera una sola) experiencia mundial donde el ajuste del FMI y el control monetario haya producido la desaparición de la inflación, reactivación económica y crecimiento.

Porqué Massa es el defensor de este tipo de políticas...? Porque él así lo cree; está convencido, por su formación ideológica. Cree que con ajuste en el Estado, con la baja del déficit fiscal, y reduciendo la emisión monetaria, se acaba con la inflación. Más o menos lo sostenido por Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Elisa Carrió, Javier Milei, Carlos Melconian, Martín Lousteau... (sonrisa más, sonrisa menos, cinismo más, cinismo menos). Lo mismo que instalan los medios hegemónicos y su ejército de empleados.

El ritmo inflacionario es cada vez más preocupante. Porque los remarcadores lo hacen en períodos cada vez más cortos, ante el temor que quedar rezagados. Los únicos que no pueden hacer nada son los sectores populares.

Toda esta situación –aparentemente- no es comprendida por la clase dirigencial en general (no solo la política). No se percatan o toman conciencia de lo que siente y piensa el ciudadano común ante una góndola, ante una vidriera; en un kiosco, una carnicería (y ni qué hablar) o una farmacia.

El nivel de desamparo, de tristeza, y de rabia es elevado; que además, se alimenta cuando algún otro ciudadano (en el hogar, el trabajo o formando fila para pagar algún vencimiento) comienza a cruzar opinión respecto a los precios.

El problema surge cuando -bajo esa presión y desencanto de todos los políticos-, aparecen los irresponsables, oportunistas y mercachifles (vendedores de ilusiones) que prometen con acciones delirantes, desubicadas y mágicas, solucionar el actual estado de situación.

Es allí cuando uno comienza a entender que los tibios, los mediocres, los gerentes del poder dominante solo sirven para que –con sus acciones- terminen alimentando a los extremos (que cuentan con amplia difusión mediática).

Es cierto que Argentina no es una isla, y que la crisis de Ucrania ha influído (aunque la oposición lo niegue por ignoración o cínica conveniencia). Las potencias occidentales, pretendiendo beneficiarse política y militarmente con dicho conflicto, terminaron por desatar vendavales que ya no pueden controlar en sus propios territorios, con aumentos de los precios internacionales de los alimentos y de la energía.

Un hecho que ha repercutido en Argentina –sin lugar a dudas-, y donde la irresponsable actitud del Ministro de Economía Martín Guzmán -al marcharse-, generó una corrida.

Lo cierto es que la posible baja de la inflación -a partir de octubre- no responderá a “plan” alguno del gobierno para combatirla, sino que será consecuencia de la recesión que provoca el ajuste: la menor disponibilidad de dineros hará bajar la demanda, el consumo.

El estado de situación es grave. El gobierno sostiene un cambio (de dólar) oficial, pero los poderes (y los ciudadanos) no creen en él, y solo aceptan como válido el dólar paralelo (superior del anterior en un 100%). En consecuencia, los formadores de precios (grandes, medianos y pequeños) toman como referencia a este último.

Existe un ‘ambiente’ de creencia que “en algún momento” se producirá una mega-devaluación; y la única forma ‘de cubrirse’ es teniendo dólares o remarcando al compás de dicha divisa.

El gobierno carece de dólares en el Banco Central para salir ‘a dar pelea’ contra el dólar paralelo... si hipotéticamente lo deseara.

Desacelerar los ajustes diarios no ha tenido mucho impacto porque el férreo control de cambio ha disparado la brecha cambiaria al ciento por ciento, lo que ha acentuado las expectativas de devaluación.

Esto ha actuado como impulsor de los precios por comportamientos de cobertura ante la eventualidad de una fuerte suba del tipo de cambio oficial.

Si se aceptaran las presiones internas de sectores que reclaman la mega-devaluación, ello generaría una recesión; se caería la demanda de dólares (para atender las importaciones); podría mejorar el saldo cambiario de la balanza comercial; pero la inflación sería descontrolada.

Desde el gobierno buscaron desalentar la compra de dólares (para quienes desean ahorrar) porque ese interés genera presión y aumento de la misma divisa. Para ello, se dispuso el aumento de la tasa de interés; pero ello aumenta a su vez, los costos financieros, e inmediatamente ello se... traslada a precios.

La falta de dólares afectó a la hora de importar energía (cada vez más cara a causa de la crisis de Ucrania); la decisión de ir quitando susbidios a la electricidad y el gas, es un hecho que se trasladará a los costos y precios. Además, el aumento del combustible (naftas, gas oil...), influye en el transporte de mercaderías, que se... traslada a los precios...

A todo ello, salarios, jubilaciones y pensiones corren de atrás (y cada vez más lejos) a la inflación. Es así que los trabajadores reclaman aumentos a través de discusiones paritarias, donde las patronales (dejando pasar un tiempo de simulación), no dudan en ir trasladando a precios y servicios. Porque si algo es intocable en Argentina es la ganancia empresarial, que –sin importar absolutamente nada y nadie-, debe ir incrementándose cada vez más y en el menor período de tiempo.

En este sentido, la ausencia del Estado es total –por convencimiento ideológico de los gobernantes-, abandonando a las grandes mayorías nacionales. En esta pelea que se trata de disimular y que es la de la distribución de la riqueza, el gobierno no es imparcial, ni mucho menos “inocente”: está jugado lisa y llanamente a favor de los poderosos.

Y entonces...?

Bueno: Estamos como estamos –y como diría alguien entrado en años-, y “...el pescado sin vender”. Bueno, por lo menos –diría otro-, existe algo que no se ha vendido en Argentina...

Lo cierto y concreto es que Massa cerrará su gestión 2022 con un gobierno que acumularóa el 100% de inflación anual, y de la que él no podrá (si lo deseara) hacerse el desentendido.

Hasta el momento, solo la oposición ya está lanzada en la puja electoral del 2023. Pero a partir del enero venidero, el oficialismo debe sumarse y tratar de posicionarse para la pelea. Un tema que preocupa sobremanera a Massa y a Washington, porque él es lo que se dice uno de los “caballo de comisario”. Porque debe tenerse en cuenta que el poder tiene varios “caballos” y en todos los partidos...

Lo concreto es que, con este panorama económico y social, le resultará muy difícil al oficialismo llegar con posibilidades de retener el gobierno nacional.

De allí que a Massa le debería interesar una baja de la inflación porque a ello y a una reactivación económica está ligado su futuro político. El tema es que para ello solo debe esperar que los grupos de poder ‘consensúen’ y le den oxígeno.

Confiar en semejantes actores históricos, es algo así como jugar a la ruleta rusa, pero con 5 balas en el tambor...