LOS COSTOS QUE DEJA ALBERTO FERNÁNDEZ (Rodolfo O. Gianfelici)
SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, Prensamare) Los argentinos en general, y los peronistas en particular, asisten a un actual gobierno de increíbles pareceres.
Porque la oposición se alegra que Alberto Fernández continúe con su mediocre, aburrida, y desorientada administración pro-fondomonetarista. Y porque quienes le dieron el voto en 2019, están sumidos en la desazón, la tristeza y el desencanto.
En medio de ello apareció el principalísimo responsable de esos sentires –Alberto Fernández-, pretendiendo ser re-electo...
Quienes lo alentaron a ello son los llamados albertistas, los que rechazan la conducción de Cristina Fernández, y los oportunistas que en tiempos de Mauricio Macri negociaban planes sociales, y ahora se contentan con los ajustes oficiales.
Sostuvieron -según qué oídos tenían cerca-, que Fernández era la garantía para unificar al peronismo; o que era el único que entendía el cambio actual sin confrontaciones; o el único en condiciones de imponerse con autoridad en las PASO.
Corrieron con la ventaja que Cristina –al anunciar no ser candidata-, les mostró la carta más alta del juego interno. Una decisión pensada a favor del conjunto del peronismo, para que a partir de su paso al costado, comenzara un ordenamiento interno.
Pero algunos no lo entendieron así, y afirmaron que se trataba de una muestra de debilidad de ella.
La realidad le golpeó en las caras a todos, y la ambición albertista se diluyó como un intento de delirantes.
Los que pensaban que Sergio Massa usaría el ministerio para proyectarse y convertirse en ‘el candidato natural’ del espacio, se fueron convenciendo que ello no ocurriría. Porqué él lo anticipó, y porque su actual gestión sufre una derrota contundente ante la inflación, la pobreza y la no-redistribución (pero nunca está dicha la última palabra...).
Fue allí cuando apareció con ‘cierta’ (cierta?) fuerza, Daniel Scioli. Pero lo que pocos tuvieron en cuenta era que el peronismo del interior (‘el de los gobernadores’) reclamaba a los gritos ser escuchado y un espacio concreto (el candidato a vicepresidente?). Además -para ser sinceros- la ambición de los sciolistas no convence a nadie fuera de los industriales de Sao Paulo (Brasil) y algunos periodistas porteños...
A todo ello, Mayra Mendoza, Cristina Alvarez Rodríguez, Verónica Magario, Fernanda Raverta constituían realidades efectivas desde suelo bonaerense (principal espacio electoral nacional).
Nada estaba dicho y posiblemente todo comenzaría a encajar cuando Cristina Fernández se decidiera a intervenir ante la manifiesta incapacidad de una generación de dirigentes que no es capaz de releer a Juan Domingo Perón, ni entender a Evita y ni siquiera a poner el caballo delante del carro... La ilusión tenía nombre y apellido: Eduardo de Pedro (con algún gobernador peronista acompañándolo).
Pero nada será fácil –es verdad- después de analizar lo hecho y lo no hecho por Alberto Fernández. Pero se necesita grandeza. Lo cual, al conocerse que la fórmula de 'unidad' será de Sergio Massa y Agustín Rossi, tiene poco de ello (en Washington alegres: Fernández tendrá la herencia por ellos proyectada: u Horacio Rodríguez Larreta o Massa).