Jue. 28. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Editorial

UN AÑO ATRÁS MACRI MOSTRABA TODO SU ODIO Y MALDAD

UN AÑO ATRÁS MACRI MOSTRABA TODO SU ODIO Y MALDAD

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  El 12 de agosto de 2019, Mauricio Macri –entonces presidente argentino-, dejaba plenamente en exposición su maldad y odio para con las mayorías populares argentinas.

El país y el mismo mundo asistió a una actitud de desprecio y descontrol de un mandatario “enojado” porque no lo habían votado.

Años atrás, otro neoliberal, el ‘socialista’ Hermes Binner acusó al pueblo santafesino que lo había derrotado en una elección legislativa de sufrir el “Síndrome de Estocolmo”. Una expresión –proveniente de un médico-, propio de estar en un momento de desequilibrio.

Lo concreto fue que el 12 de agosto de 2019, al día siguiente de haber sufrido una contundente derrota en las elecciones Paso (contra el peronista Alberto Fernández), el presidente Macri habló con odio, al no comprender la realidad.

Según sus encuestadoras, su grupúsculo de aduladores y beneficiarios, y los medios hegemónicos, se estaría ante una elección con un “empate técnico”. Lo que le permitiría en las elecciones generales, el triunfo y la reelección.

Pero ello no sucedió. El pueblo mayoritariamente le dio la espalda a Macri y a su gestión de 4 años (2015-2019). El desvarío en cuanto a comprender la realidad lo sacudió con un 47,6% al 32%. El “empate técnico” era un ilusionismo que solo él y su círculo íntimo creyó…

Fue elmismo Macri que durante 4 años despotricó contra el peronismo, pero que tras la brillante jugada política de Cristina Fernández de armar un frente político anti-macrista y ofrecer la candidatura a Alberto Fernández, Macri no tuvo mejor idea que salir a buscar como compañero de fórmula a… otro peronista (¡).

Si. Más muestra de desorientación e incoherencia, imposible. Y si para colmo buscó a como “peronista” a Miguel Angel Pichetto, evidentemente que el sin-rumbo es total.

Fue así que tras la derrota, Macri dio una conferencia de prensa acompañado por Pichetto, y cuando ya se conocían que “los mercados” habían hecho sentir su ‘desagrado’ por el triunfo peronista.

Un Macri vencido, desencajado, con cara de odio expresó que lo hecho por “los mercados” se debía al resultado electoral del día domingo. O lo que es lo mismo: que los “culpables” de ese golpe económico-financiera, era responsabilidad de los ciudadanos, de los votantes, de quienes ejerciendo el derecho a elegir… no lo habían elegido a él.

Con total desparpajo y caradurez expresó: "hoy somos más pobres que antes de las Paso". Le echaba la culpa de la maniobra devaluatoria y de la (lógica) inflación, a quienes en verdad carecen de todo poder ante tales acciones. Quienes en verdad son sus reles víctimas indefensas.

Pero sus palabras no finalizaron solo en lo citado, sino que fue mucho más allá y en forma de futurología y demonización sostuvo: “Por más que nosotros lo contengamos exitosamente, si se confirmase que el kirchnerismo gana la elección en octubre (en referencia a la elección presidencial) o noviembre (si hubiera segunda vuelta), ese problema va a estar; esto es solamente una muestra de lo que va a pasar”.

Y continuó: “El problema mayor es que alternativa kirchnerista no tiene credibilidad en el mundo; no tiene la confianza necesaria para que la gente venga a invertir en el país… El riesgo país (de Argentina) subió 350 puntos en una hora, el dólar subió lo que subió, eso demuestra que hay un problema grave entre el kirchnerismo y el mundo… Como presidente estoy acá para ayudarlos en lo que pueda, pero no es fácil, porque ellos (aludiendo al kirchnerismo) ya gobernaron y tienen que demostrar que no van hacer lo que hicieron antes”.

Mirado a la distancia cada vez toman más dimensión las delirantes expresiones de una persona que se dice democrática, y que debería representar a todos los argentinos. Un amenazador, que –además- habiendo perdido en las urnas le exige al ganador que haga lo contrario a lo que podría hacer (y que por ello, justamente, fue votado mayoritariamente).

Macri seguía negándose a entender la realidad. De allí su enojo; sus torpes expresiones; su prepotencia; su desprecio. Un Macri en plenitud, por cierto.

La doble moral, y el doble discurso, había sufrido un revés contundente en las urnas. Se desmoronó el país inventado por los discursos y los medios hegemónicos.

Para que se pueda tener una idea del daño que causó Macri, existen datos económicos incontratables: el índice bursátil S&P Merval cayó el 37,01%; las acciones de las empresas financieras y energéticas cayeron -en dólares-, el 46,2%; Las empresas argentinas que negociaban en Wall Street tuvieron bajas increíbles (Pampa Energía el 53,7%, Banco Francés el 55,9%, Banco Supervielle el 58,7%, y Central Puerto el 55,9%); los títulos públicos cayeron un 15%; el Banco Central llevó las tasas de Leliqs al 74,78%; el valor del dólar se fue de $ 46 a $ 60 (con un pico de $ 65). Y en este último caso, la orden de Macri fue que el Banco Central no interviniera para que el dólar no tuviera techo (¡); al final del día la devaluación fue del 21,3%.

Claro que el tema del dólar no era un hecho inédito; porque desde el inicio del 2019 al último viernes antes de las elecciones Paso, la devaluación ya acumulaba un 40,6%. Todo este descalbro provocado por el propio Macri hizo que el riego país se fuera de los 800 puntos, a los 1.467 puntos básicos en una sola jornada. El sistema reportó una salida de u$s 1.200 millones en el día.

Solo la irresponsabilidad y el odio podía generar semejante destrucción económico-financiera de un país, empobreciendo aún más adecenas de millones de ciudadanos. Eso existió, en agosto de 2019. Parece que pasó una eternidad, pero es un hecho que está ‘ahí nomás’.

Que la pandemia no nos tape el bosque...