LA MISERIA DE LA DERECHA BOLIVIANA
LA PAZ-BOLIVIA (por David Ali Condiri, Pukara) Después de las elecciones generales, muchos se han ocupado en analizar el triunfo electoral del Movimiento Al Socialismo (MAS), y pocos se han dedicado a explicar la derrota de la derecha. Tampoco, hemos visto una autocrítica significativa de los intelectuales tradicionales que siempre están generando algún tipo de opinión convencional.
Si desde la interioridad de la derecha no emerge una consideración crítica, como un auto-reconocimiento de los errores que han cometido, no sólo en la campaña electoral, sino también en el gobierno de Jeanine Añez. Entonces, es importante una crítica desde la exterioridad; es decir desde los sujetos negados, como son los “indios”.
En consecuencia, el presente artículo de opinión está dedicado a explicar: ¿Por qué la derecha perdió las elecciones generales del pasado 18 de octubre? ¿Cuál fue la reacción de la oligarquía boliviana ante esta derrota? ¿Qué perspectivas políticas se puede esperar de los actores de la derecha?
Sabemos que la dicotomía de izquierda y derecha surge en la Revolución Francesa, donde los girondinos se ubicaron a la derecha postulando una visión más conservadora y los jacobinos a la izquierda con una posición progresista. En tal sentido, Bolivia hereda esa dicotomía política, en la que la derecha propugna una perspectiva conservadora, neoliberal y racista. Su única aspiración es la República mono-cultural que excluye y niega al indio como sujeto político, descalificando con discursos racistas como: “terrorista”, “masiburro”, “salvaje”, “bestia humana”. Pues, todavía, no entienden que su proyecto de mestizaje ha fracasado hace tiempo atrás. Con razón, Felipe Quispe (Mallku), en los levantamientos de 2000-2003, decía hay que “indianizar al q’ara”.
Por tanto, es una necesidad imperiosa, que la derecha reconozca la constitución de una Bolivia plural, hasta Santa Cruz está ocupada por la migración colla. No entender esta realidad, les seguirá llevando a las derrotas en las calles y en las urnas, tal como ocurrió en octubre de 2003 y el 18 de octubre del presente año.
En las pasadas elecciones generales, los actores de la derecha, no han presentado ningún proyecto político alternativo y novedoso a la sociedad boliviana. Su campaña estaba más centrada en no retorno de Evo Morales y el MAS al gobierno, en esa consigna todos convergían, incluso sus “analistas políticos”. Tampoco tenían liderazgos renovados, excepto el de Luis Fernando Camacho y Marco Antonio Pumari, pero ellos terminaron repitiendo las mismas peroratas de siempre, su propuesta del “modelo de Santa Cruz” y el “federalismo” no son novedosos en la política boliviana. El modelo productivo cruceño tiene su fundamento en la agricultura capitalista que está subvencionado por el Estado, por ejemplo, en el uso de los combustibles; asimismo, el federalismo en Bolivia esta manchada con la idea del separatismo, por lo menos así piensa la opinión pública.
Asimismo, el gobierno transitorio de Jeanine Añez, en lugar de generar condiciones para la victoria de algún frente político de la derecha, con sus actos preparó el camino para el retorno del MAS a la dirección del Estado.
Por tanto, ni la Biblia ni la pandemia del coronavirus han ayudado a la derecha para cosechar los votos y así reproducirse en el poder. “El voto útil” de Carlos Mesa, terminó dividido por el “voto valiente” de Fernando Camacho. Aunque ni sumando el apoyo electoral de los dos frentes políticos, podrían haber vencido a los candidatos: Luis Arce y David Choquehuanca. El MAS, partido político de tendencia izquierdista e indigenista, no hizo muchos méritos para ganar las elecciones del 18 de octubre, las condiciones ya estaban dadas y, es más, los sectores populares clamaban su retorno al gobierno.
En este contexto, la derecha fue duramente derrotada en las urnas, no por el MAS, sino por el pueblo negado y vilipendiado que derramó su sangre en Sacaba y Senkata. Por eso, el entorno criollo de Evo Morales no tiene porqué jactarse del triunfo electoral de las elecciones generales de octubre de 2020, ya que ellos estaban escondidos en la Embajada Mexicana.
Volviendo al tema, en un escenario postelectoral nada alentador para la derecha, unos han terminado aceptando su derrota y otros negándose a la misma. En consecuencia, se advierte que hay un bloque democrático y otro fascista reencarnado en la oligarquía cruceña y su brazo operativo Unión Juvenil Cruceñista y los Jóvenes de la Resistencia. Éstos últimos, han terminado tocando las puertas de los cuarteles para que se constituya una junta de gobierno a la cabeza de algún militar. Este bloque fascista actúa tal como los doctores de dos caras de Charcas, un día tienen el discurso de la defensa de la democracia y al otro día están de rodillas pidiendo “la bota militar”. Esa es la miseria de la derecha y la oligarquía boliviana.
En tal sentido, se avizora dos caminos a la derecha; la primera, terminar oponiéndose a todas las políticas del nuevo gobierno electo, como tradicionalmente venían haciendo en los casi 14 años del gobierno de Evo Morales. Segundo, apostar a la solución por el desastre y encaminar hacia un regionalismo con miradas separatistas. En ambos casos, el MAS puede seguir capitalizando y generando réditos políticos a su favor y así seguir contralado a los sectores populares.
Para terminar, queremos señalar, si la derecha quiere constituirse en una alternativa política, debe construir un proyecto societal, integrando a los indios como sujetos políticos. Eso implica pensar más allá que el neoliberalismo y el socialismo, algo que muy probablemente no lo harán sus intelectuales tradicionales, por conveniencia o porque su formación académica no les permite. Asimismo, deben renovar sus liderazgos, integrando a nuevos actores, quienes se constituyan en sujetos del proyecto alternativo. Sólo así tendrían futuro, caso contrario estarían destinados a seguir siendo una minoría y en el camino a la extinción.