Vie. 19. Abr 2024, Santa Fe - Argentina
Editorial

LOS SECRETOS DE LA VACUNA PFIZER

LOS SECRETOS DE LA VACUNA PFIZER

SANTA FE-ARGENTINA  (Editorial, PrensaMare)  Los contratos que el laboratorio Pfizer negocia con varios países latinoamericanos es uno de los grandes secretos que está presentando esta pandemia.

Desde Argentina han surgido quejas manifiestas de sus gobernantes, que los medios hegemónicos han tratado de ocultar o tergiversar. El gigante estadounidense comercializa sus dosis estableciendo condiciones leoninas, aprovechando su poderío y las necesidades de los gobiernos.

Los países del continente americano tratan de acceder a grandes cantidades de dosis de las vacunas contra Covid-19, pero se encontraron con que el poder de negociación lo tenían las multinacionales, con Estados totalmente débiles.

Inicialmente, la alianza entre la empresa estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech lanzó la vacuna en Estados Unidos y el Reino Unido. Luego fue ampliando su mercado y dentro de esa estrategia se encontró a un continente ansioso y con máximas urgencias.

Pfizer aceptó comenzar a negociar a partir del tercer trimestre del 2020 con países americanos, en el máximo de los secretos. Recién se pudieron hacer públicos estos contactos –exigencia de Pfizer- a partir de diciembre 2020. Argentina inició su primera negociación justamente con dicho laboratorio, tal como lo reconoció en conferencia de prensa el día 15, el ministro de Salud Ginés González García. Mientras se negociaba, además, avanzaron y se conoció en agosto un acuerdo con AstraZeneca y la Universidad de Oxford (para producir su vacuna entre Argentina y México).

Fue en esa conferencia donde el funcionario lamentó los ‘problemas’ Pfizer. Pero Argentina, con gran decisión política y soberanía, no se ató a las exigencias de dicha multinacional y avanzó luego negociando y cordando con el Fondo Ruso de Inversiones Directas (RDIF), que comercializa la Sputnik V. Lo que finalmente hizo que esa fuera la primera vacuna que comenzó a inocularse en el país.

Pfizer exigía a Argentina una cláusula de "inmunidad" para que cualquier posible reclamación no sea resuelta por la Justicia argentina sino ante un tribunal de… Nueva York. Al final, en noviembre el Congreso argentino aprobó una "ley de vacunas" que, en su artículo 2°, habilita al Estado argentino a incluir "cláusulas que establezcan la prórroga de jurisdicción a favor de los tribunales arbitrales y judiciales con sede en el extranjero". Lo que quería Pfizer fue aceptado, pero al final las negociaciones se enfriaron.

Fue allí que aparece la central estadounidense de dicha firma (hasta ese momento negociaba la gente local), y reclama una nueva ley; y que el contrato debía fírmalo el presidente argentino.

Pero también con Brasil hubo problemas, por las cláusulas que el laboratorio le imponía al Gobierno de Jair Bolsonaro. Hasta septiembre 2020 las negociaciones marchaban viento en popa; pero repentinamente se paralizaron ante las condiciones reclamadas por la empresa.

Entre ellas estaban que el Estado brasileño debía depositar el dinero en una cuenta en el exterior como garantía de pago; que los vacunas –antes de inocularse- debía firmar un deslinde de responsabilidades por efectos colaterales de la vacuna; que ante un diferendo, interviniera un juzgado de Nueva York; y que el primer lote solo sería de 500.000 dosis (por cierto, una cantidad ínfima para el país).

El 24 de enero 2021, el Ministerio de Salud brasileño calificó a las cláusulas de Pfizer como "leoninas y abusivas". El mandatario no aceptó colocar activos brasileños en el exterior como garantía; y rechazó que Pfizer exigiera no tener ninguna “penalización" por retrasos en la entrega de vacunas.

México había firmado con Pfizer una importante compra (34 millones de vacunas). Pero a mediados de enero la multinacional suspendió envíos. Justificó tal decisión en que tenía pedidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para cubrir su programa COVAX. Fue allí que los mexicanos se enteraron que esa suspensión de entregar las dosis… no significaba ninguna sanción para el incumplidor (tal como está especificado en el contrato).

Pero lo concreto es que poco y nada se sabe de cada contrato firmado. Porque Pfizer exigió confidencialidad total. Los propios estados se ven imposibilitados de informar a sus ciudadanos. Justo ellos que son los que pagan las vacunas, y quienes serán los vacunados…

El poder que demuestra Pfizer es tan obseno que en sus exigencias de confidencialidad reclama comprometer a los gobernantes ante sus propios legisladores. Y el caso más claro de ello fue cuando la ministra de Salud de Perú, no pudo explicar ante una comisión especial del Congreso las cláusulas controversiales existentes en el contrato.

Estos hechos demuestran hasta que punto están debilitados los estados, y cual es el verdadero poder de las multinacionales; las cuales, en momentos críticos para la humanidad como el actual (2020-2021), superan el tema ‘científico’ o ‘tecnológico’, para llevarlo al ámbito político.

La muestra de claudicación es tan grande que hasta un legislador uruguayo, que es opositor al gobierno, que aparece como un “duro”, con ideas de izquierda, terminó enviando una carta pública a Pfizer pidiéndole a la multinacional que le ‘permita’ al gobierno de su país dejar de lado las clásulas de confidencialidad...

El laboratorio ni siquiera permite que se sepa acuánto vende cada vacuna. Ello en razón que no ofrece el mismo precio para cada uno. Motivo que da lugar a pensar que esas diferencias obedecen a cuestiones políticas, más que de mercado. De seguro que aquellos que son más ‘amigos’ de los estadounidenses deben recibir mejores precios…

Hasta se habla de una “exigencia” respecto a que el estado debe asegurarle determinadas[U1]  compras por una preestablecida cantidad de años. También la ‘advertencia’ verbal, que si el estado recurre a compras a otros laboratorios (concretamente a los rusos y chinos), existe la casi seguridad que se suspende la provisión de vacunas.

Muchas de estas condiciones no existirían si los países dispusieran de laboratorios propios o de asociaciones productivas regionales (entre varios países) que permitieran la investigación, el desarrollo y la producción de fármacos. Hablamos simplemente de soberanía.