JUNIO DE 1956: LOS FUSILAMIENTOS DEL CRIMINAL ARAMBURU (Rodolfo O. Gianfelici)
SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare) Otro 9 de junio y un nuevo aniversario de los terribles fusilamientos de civiles y militares dispuestos por autoridades surgidas de un golpe de estado.
Otro aniversario y algunos recuerdos y homenajes; también los silencios entendibles del poder comunicacional hegemónico, cómplice ayer y hoy.
Pero también el no uso de palabras y expresiones que han sido archivadas a causa de un baño de lavandina que el poder dominante ha impuesto, y que muchos de los sectores “progres”, y hasta peronistas han decidido aceptar y enviarlas a archivo, para no inquietar a ese poder al que desesperadamente ansían convencer que ‘son buenos y confiables’.
En septiembre de 1955 una banda de delincuentes se alzó contra las autoridades democráticas y usando las armas que el pueblo les entregó para defender al país, las usaron para destituir a sus gobernantes. Esos responsables principalísimos tienen nombres y apellidos: el general Eduardo Lonardi, el general Pedro Eurgenio Aramburu y el almirante Isaac Francisco Rojas.
Tras una disputa interna, se sacaron de encima a Lonardi y quedó azotando al país la dupla Aramburu-Rojas, con el apoyo incondicional de los principales partidos que eran de la oposición durante el gobierno democrático de Juan D. Perón. A saber: Unión Cívica Radical, Partido Socialista, Partido Demócrata Cristiano y el resto de la partidocracia.
A ellos se agregaron instituciones profesionales, como la Sociedad Rural Argentina y hasta la DAIA, entre otras.
En mayo la inteligencia estatal y militar detecta que se está organizando un golpe de estado que pretende derrodar a la dictadura cívico-militar reinante, para convocar a elecciones en el más breve lapso de tiempo. La orden desde el gobierno fue la de ‘dejar hacer’, para avanzar en la investigación y espionaje y esperar el momento de resolver la situación que deberá servir de ‘escarmiento’ y advertencia para quienes se oponen a la dictadura.
Fue así que producido el (frágil) intento con el general Juan José Valle a la cabeza, se lo desbarató de manera rápida y contundente. Y es allí donde pasa a cumplir un papel importantísimo el marino Francisco Manrique. Porque tras tomar contacto con Valle (que era buscado y permanecía escondido tras el fracaso de su intentona), negocia su entrega.
Manrique le otorga a Valle (para él y los detenidos) garantía en cuanto al tratamiento y respeto una vez que se presente y entregue. Y así ocurre.
Sin embargo, la dupla Aramburu-Rojas decide que deben escarmentar a quienes son sus enemigos y aplicarles todo el peso de su poder. Es así que disponen los fusilamientos apelando a establecer una norma creada a posteriori del hecho (la sublevación). Una decisión aberrante desde todo punto de vista.
De esta forma, Manrique pasó a convertirse en un vil y repudiable entregador que no hizo absolutamente nada para hacer cumplir su palabra empeñada ante Valle.
Aramburu y Rojas (con el apoyo expreso y/o silencioso de la clase dirigencial que apoyaba a la dictadura) decidieron los fusilamientos. Inclusive negándose a atender el pedido de clemencia de Susana Valle (hija del general) y de un sector de la Iglesia Católica.
Aramburu y Rojas pasaron a convertirse en asesinos de camaradas y civiles; Manrique en un cómplice; al igual que la clase dirigencial pro-dictadura, como la superestructura católica y otras confesiones religiosas.
La historia escrita por el poder dominante alivianó el relato según sus conveniencias y pensamiento ideológico (como odio antiperonista); también la identificación y caracterización de los responsables. Y es entendible.
Lo lamentable está en los “progres” y muchos peronistas que se auto-silencian para no ser mal vistos por el poder dominante.
Memoria, Honra y nunca el olvido para los fisilas en junio de 1956
Se recomienda leer:
https://www.prensamare.com.ar/noticia/21-09-2018/566-carta-de-valle-a-aramburu.html y
https://www.prensamare.com.ar/noticia/21-09-2018/564-carta-de-lucero-a-rojas.html .