INJERENCIA: SOBRE EL Sr STEWARD TUTTLE... (Julio Yao)
CIUDAD DE PANAMÁ-PANAMÁ (por Julio Yao Villalaz) En torno a actuaciones y declaraciones injerencistas del señor Steward Tuttle, de la embajada de EEUU en Panamá.
El señor Steward Tuttle, jefe de misión en la embajada de Estados Unidos, ha declarado cuál es la posición de su país en torno al tema de la corrupción en Panamá. Al respecto, me permito recordarle al citado diplomático, que la corrupción es un problema interno de nuestro país, bajo la responsabilidad constitucional de nuestro sistema judicial, y que, al margen de si los panameños estamos o no satisfechos con el desempeño de sus funcionarios, la corrupción sigue siendo un problema exclusivamente entre panameños. Su intención de ayudar a Panamá es falsa, interesada e hipócrita, y los patriotas panameños no aceptamos la injerencia de Estados Unidos en nuestros asuntos. Como dijo José Martí: “El vino de plátano es amargo, pero es nuestro”.
La corrupción es un problema complejo que requiere cooperación internacional. Sin embargo, en el marco de dicha cooperación, hay que respetar el orden internacional y el orden constitucional, que trazan las líneas rojas que no pueden ser traspasadas o violentadas por ninguna de las partes cooperantes.
Por ejemplo, el señor Tuttle dijo: «Confiamos en que el sistema se maneje bien, pero si nos enteramos de que algo no fuera bien, alguien estuviera aceptando coimas o tomando decisiones basadas en algo que no fueran los hechos del caso que se estaba juzgando en el momento, para nosotros sería problemático… Nadie quiere ser notado por el gobierno norteamericano como una persona que está involucrada en la corrupción». Washington persiste en su tiranía que acusa, persigue, encarcela y extradita a golpes de pistoletazos, como fueron y son los casos de Manuel Noriega, Julián Assange, Edward Snowden y Alex Saab.
Washington sabe, mejor que yo, que Estados Unidos es el principal promotor de la corrupción y que es, por ende, su principal beneficiario. Debo recordarles que su invasión del 20 de diciembre de 1989 instaló como su régimen títere a personajes que tenían expedientes por corrupción en tribunales de Estados Unidos (Florida) y que, por su insatisfacción e inconformidad con dicho régimen, al año de la masacre (5 de diciembre de 1990), las fuerzas invasoras intentaron apoyar, coordinar o manipular un golpe contra sus marionetas porque eran ricos. y a éstos no les importaba un comino la suerte de los pobres.
Los panameños corruptos de hoy son hijos, sobrinos y parientes de aquellos corruptos que ustedes juramentaron como su régimen títere en una base militar y luego se arrepintieron porque el tiro les salió por la culata. ¡No se hagan los hipócritas
La invasión inauguró verdaderas dinastías de gobernantes corruptos que ininterrumpidamente han usurpado el poder, bajo una frágil y fementida democracia, imposible en un País Ocupado según normas internacionales, y se hicieron con el poder que le pertenece a nuestro pueblo por derecho propio bajo la Constitución Nacional (Artículo 2. El Poder Público sólo emana del pueblo).
El señor Tuttle, de quien desconozco si es Diplomático de Carrera o diplomático “a la carrera”, sabe que la mayoría de nuestros “dirigentes nacionales” desde la invasión son millonarios, cuyas fortunas, mencionadas en la revista Forbes, son producto de la corrupción. Pregúntele al expresidente Ricardo Martinelli -- ex consentido de la CIA y con juicios pendientes aquí y acullá-- por qué le confesó al magistrado Guillermo Márquez Amado que, “este país está tan mal, que hago lo que me da la gana ¡y aquí no pasa nada”. Pregúntele al mismo Martinelli cómo fue que el embajador de Estados Unidos, interviniendo en los asuntos internos de Panamá, lo matrimonió con Juan Carlos Varela para que llegaran juntos el Partido Panameñista y Cambio Democrático al poder.
Todos en Panamá, ricos o pobres, sin excepción afirman que “antes de la invasión, no había droga en ninguna parte del país, inseguridad rampante, desigualdad social abismal, desempleo creciente, prostitución viralizada hasta menores de edad, tráfico de personas, inflación galopante, hambre infinita, evasión fiscal, violencia de género, femicidio, hampa, crimen organizado ni pandillas”, solo por mencionar los males más visibles . En pocas palabras, antes de que ustedes nos invadieran, ¡jamás ha habido en Panamá tanta corrupción, que es la madre o el padre de tantas plagas
Esa corrupción la trajeron ustedes para dominar a los mandamases: primero, para que lleguen al poder; segundo, para, después de emborracharlos, presionarlos. chantajearlos y arrancarles concesiones y riquezas y recursos que le pertenecen únicamente al pueblo.
Así que, señor Tuttle, ¡guárdese sus sermones y deje de meter sus narices en nuestros asuntos
El presidente Biden debe saber que Panamá hizo permanente lucha por la soberanía bajo la consigna, “¡Un solo territorio, una sola bandera”
Con el canciller Juan Antonio Tack, nos fijamos el objetivo de eliminar “La Quinta Frontera”, porque entonces, al decir del general Omar Torrijos, Panamá colindaba con el Océano Atlántico al norte; con el Océano Pacífico al sur; con Costa Rica al oeste; con Colombia al este, y con Estados Unidos al centro, significado por la Zona del Canal, solo virtualmente erradicada.
Ahora, con la reciente firma de un convenio con Estados Unidos sobre “seguridad fronteriza” (un asunto interno), entre el ministro de Seguridad, Juan Manuel Pino (CROAN) y el imprescindible señor Tuttle, Panamá, “el socio más valioso de Estados Unidos en la región” (canciller Erika Mouynes dixit), colinda al norte, con el Océano Pacífico y Estados Unidos; al sur, con el Océano Atlántico y Estados Unidos; al oeste, con Costa Rica y Estados Unidos; al este, con Colombia y Estados Unidos; y al centro, por un acto de birlibirloque, nuevamente con Estados Unidos. Anteriormente teníamos fronteras con cinco vecinos. Ahora, compartimos fronteras con nueve.
¡Viva la Seguridad Nacional de Estados Unidos ¡Muera la Seguridad Colectiva de las Naciones
¡Avanzado hemos: continúa lucha la
(Julio Yao Villalaz).