Mar. 19. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
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"EL MUNDO NO VA A SER IGUAL"

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SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  Se afirma que tras la pandemia del coronavirus, “el mundo no va a ser igual”. Y es verdad. Porque la llegada de este virus sorprendió a un mundo sin vacuna, y totalmente indefenso a causa de sus políticas, donde la salud (de las mayorías) es “un gasto” al que se debe seguir ajustando.

Ya nada será igual, porque el coronavirus desnudó al neoliberalismo reinante que privilegió sus intereses de acumulación (y empobrecimiento) y mostró que contrariamente a su discurso, no tenía previsibilidad alguna.

Porque si de algo goza el neoliberalismo (el capitalismo) es de su mejor prensa que constantemente construye su relato, su historia y su publicidad, para sostener que es lo mejor que le ha pasado a la humanidad en su existencia.

Sin embargo, aunque ese discurso goebbeliano es triunfador (quién lo puede negar), este virus en apenas unas semanas logró desbaratar todo ese relato. Lo demuestran las realidades de Italia, España, EEUU, Brasil, México, Francia, España, Gran Bretaña…

Claro que en medio de la pandemia y a futuro, el neoliberalismo no va a realizar ninguna autocrítica y mucho menos un mea culpa del daño que ha hecho y le hace a las grandes mayorías mundiales. Tanto que ha centrado el discurso en culpar a los chinos de crear el virus. Cuando (haya sido o no verdad), lo que ha quedado expuesto es que los sistemas de salud impuestos por el neoliberalismo son deficientes, ineptos, imprevisibles, pobres y atrasados; inclusive mezquinos y sin reacción.

Pero ello no es todo; sino que constituye apenas una muestra de la realidad. Lo cierto es que se producirán cambios sustanciales a futuro. Porque el neoliberalismo ya va sacando sus conclusiones y aprendizajes de esta (triste) experiencia. No para mejorar el mundo, porque ello no le interesa, sino para ver en qué puede optimizar sus ganancias. O acaso eso no es el capitalismo…?

Comencemos por decir que el virus no afectará absolutamente en nada el mapa geopolítico global, y tampoco producirá sustanciales cambios (mejoras) de los sistemas económicos.

Lo que se avecinará es una agudización de los problemas existentes, que –por cierto- al capitalismo no le interesa solucionar. Pero además, los estados están tan débiles (o inexistentes), que no pueden participar ni siquiera para reforzar la reactivación de sus afectadas economías.

El poder financiero internacional continuará reinando y encontrando a los estados aún más endeudados, paralizados y tratando de sobrellevar esta nueva crisis generada por la pandemia.

Lo paradójico está en que las principales potencias occidentales, contradiciendo sus rumbos y acciones de años, ‘descubrieron’ que el Estado debe participar más activamente. Pero ello es entendido simplemente como ‘algo coyuntural’, transitorio, de emergencia. Nadie quiere reconocerlo, pero han llevado a un sistema que se encuentra estructuralmente en crisis.

Frente a ello aparecen nuevamente los neoliberales con su libreto y los “progresistas”, con algún maquillaje, pero que en el fondo no aportan solución definitiva alguna.

Los responsables de este estado de situación mundial se llenan las bocas despotricando contra el “populismo”, cuando ellos son –por cierto- los que apelan a una mixtura de populismo ultraderechista.

En ese sentido todos sus ‘cañones’ apuntan contra China y contra Rusia, como si constituyeran una amenaza. Cuando no es así; porque ambas potencias solo buscan hacer negocios (en beneficio de sus políticas interiores), sin pretender imponerse como alternativa alguna al poder reinante occidental. No existe peligro ideológico alguno, aunque ellos –contrariamente a occidente- son respetuosos de los caminos que cada país transita.

En ese sentido el “peligro” de chinos y rusos está en que no son injerencistas como las potencias occidentales, y quizás allí radique “lo peligroso” (para occidente).

Lo cierto es que las potencias dominantes (con EEUU a la cabeza) ya están sacando sus propias conclusiones de esta pandemia. Ello se agrega a que las multinacionales son cada vez más poderosas; a que el poder usurero mundial se agiganta; y a que los países dependientes están sufriendo el cierre de cientos de miles de pequeñas y medianas empresas, con millones de nuevos desocupados y sus economía 'averiadas'.

Es cierto: El mundo ya no será igual, a como lo era antes del coronavirus (pero ello no significa que vaya a ser mejor).