Jue. 28. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Editorial

MURIÓ DIEGO MARADONA

MURIÓ DIEGO MARADONA

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  El momento que menos queríamos que existiera, al final estuvo. Murió Diego Armando Maradona, en medio de un final que muchos imaginaban silenciosamente.

Se fue el futbolista más grande de todos los tiempos. Ese que fue endiosado por quienes lo amaban y fue cuestionado y hasta comparado por los mediocres arribistas que lo rechazaban, o repudiaban.

Se fue un jugador que constituyó la síntesis del fútbol de potrero, de campito, de canchitas, de canchas, de estadios y del fútbol hiperprofesionalizado, mercantilizado y corrupto.

Como los grandes en serio, no tuvo grises. Fue blanco o negro. Amado u odiado. Él mismo se encargó que esos grises se diluyeran y desaparecieran para dar paso a sus posturas más irreverentes.

Se manejó dentro de un ambiente cínico, delincuencial, explotador y no pudo ser cooptado; fue un rebelde que enfrentó a los mafiosos de la AFA, la Conmebol, la UEFA y hasta la FIFA. Pagó costos carísimos; pero no renunció jamás a sus posturas.

Cometió errores. Si; infinidad de ellos. Pero Maradona no era criticado por esos errores, sino por lo que representaba y decía.

Le tendieron mil trampas, y con el paso de los años y los hechos quedó demostrado que supo salir airoso de todas ellas.

Podría haber elegido el ser payaso o bufón de los poderosos; pero no lo hizo. Los trató de igual a igual, lo que era considerado como un destrato por esas clases despreciables.

Era peronista y lo gritó a los cuatro vientos; defendió a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández. Y el odio antiperonista jamás se lo perdonó.

Se posicionó junto a la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y el pueblo venezolano. Y el odio capitalista jamás se lo perdonó.

Fue amigo de Fidel Castro, defendió la Revolución Cubana y al pueblo de dicha isla. Y la derecha internacional jamás se lo perdonó.

Respaldó a Evo Morales y su revolución boliviana. Y el racismo internacional nunca se lo perdonó. Apoyó al sandinismo nicaragüense y a Daniel Ortega. Y el fascismo nunca se lo perdonó.

Cometió errores; es verdad. Pero qué idiota, cínico, delincuente, o desafachatado es capaz de arrojar la primera piedra…?

Murió Maradona; el grande; el único; el que se cargaba el equipo al hombro y lo hacía jugar como él quería, inclusive desnudando a rivales que debían acompasar sus genialidades.

Murió Maradona; el de las miles de polémicas creadas artificialmente por sus familiares, amigos, amigotes, oportunistas, y que quizás él, jamás preparado para ser un grande, pudo controlar (y terminó inocentemente, alimentando).

Murió Maradona, el que amaba a sus padres; el que siempre fue agradecido; el que no se olvidó jamás de su orígen; el que silenciosamente hizo infinidad de acciones solidarias sin necesidad de darlo a conocer.

Murió Maradona. Solo quien siente pasión por el fútbol; quien se considera dentro del campo nacional y popular; quien defiende la libertad e independencia de los pueblos y naciones; quien sabe que todo lo que él hizo ha sido mucho más que sus errores, hoy está triste.

Lo conocí brevemente en 1981 en el Hostal Santa Fe. Se impactó la tranquilidad para atender y responder a cientos y cientos de personas que deseaban verlo de cerca, tocarlo, abrazarlo. Su atención amable y sonriente era la respuesta propia de un grande.

Los adoradores del odio, los chacales, las víboras, los mediocres aprovecharán para hacer un listado de sus errores. Allá ellos; Maradona nunca les perteneció ni les pertenecerá.