Jue. 28. Mar 2024, Santa Fe - Argentina
Opinión

AQUELLA OPINIÓN DE RICARDO PREVE

AQUELLA OPINIÓN DE RICARDO PREVE

SANTA FE-ARGENTINA  (PrensaMare)  Hemos rescatado un artículo escrito por el director de cine argentino Ricardo Preve –radicado en Carlotteville, EEUU-, por su importancia.

El mismo refería a lo que se ‘jugaban’ los ciudadanos estadounidenses en las elecciones del 2020, y se titulaba: ‘La democracia de EEUU en riesgo’:

Qué está en juego el 6 de enero … y porqué puede terminar mal.

No soy muy bueno jugando al truco, pero como cualquier argentino, aun los que vivimos en Estados Unidos, conozco las reglas. Y sé que a veces hay jugadores que, especialmente cuando están dotados de un gran ego, prefieren arriesgarlo todo en un vale cuatro, antes que irse al mazo. Y siempre con la posibilidad que, si las cartas no les salen como querían, pueden patear la mesa y arreglar el tema a punta de pistola.

El 6 de enero en el congreso de los Estados Unidos una jugada similar puede, en mi opinión, efectivamente suceder. Ese día el vicepresidente republicano Mike Pence, un político de obsecuencia irrestricta hacia el presidente Trump, tiene asignada la tarea (normalmente de rutina) como presidente del Senado de certificar el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre pasado.

Esto quiere decir que los votos presentados por el Colegio de Electores nacional, elegidos en cada estado del país, y ya certificados por los estados, serán presentados a Pence para su firma. Cabe notar que la administración del partido republicano de Trump ha presentado más de 50 demandas a la justicia estadounidense intentando invalidar estas certificaciones, sin éxito en ningún caso.

A pesar de esto, la ley prevé que si un solo diputado, y un solo senador, piden un debate en sus cámaras por este tema, el vicepresidente está obligado a acceder a la demanda.

Más de 140 diputados, y 11 senadores republicanos han ya públicamente declarado que se opondrán a la certificación de los votos del Colegio Electoral, y pedirán el debate, que seguramente se convertirá en un verdadero circo de la más mezquina política de partido.

Ya en sí mismo el hecho que tantos legisladores pongan en duda el resultado de las elecciones es una tragedia para la democracia. Pero lo que es aún más preocupante es lo que puede surgir.

Las opiniones de expertos y periodistas independientes indican que al final del debate el Congreso confirmaría el resultado electoral. Esto, al margen de que posiblemente sea dicho para tranquilizar a la opinión pública, probablemente sea verdad. Los demócratas tienen una mayoría en la Cámara de Diputados, y si bien los republicanos tienen una ventaja de 52-48 en el Senado, varios senadores republicanos han dicho que votarán a favor de la confirmación de los resultados de las elecciones.

Pero un voto del Congreso favorable a la certificación no quiere automáticamente decir que Pence va a firmar los documentos. En su gestión como vicepresidente ha siempre escrupulosamente obedecido las órdenes de Trump, si bien ha tratado de hacerlo de la forma menos controvertida posible. 

Y he aquí que los diputados y senadores republicanos le han ofrecido una vía de salida a Pence. Los partidarios de Trump en el Congreso han propuesto que una Comisión de Auditoría de Emergencia estudie los resultados de las elecciones por un período de 10 días (obviamente, solo en aquellos estados donde Trump perdió), y después proceda a confirmar o, “si fuera necesario”, a cambiar los votos del Colegio Electoral donde, a criterio de la comisión, las cosas no salieron bien.

En otras palabras, el voto popular estaría sujeto a ser anulado si un pequeño grupo de políticos no lo considera conveniente. Si esto no es el fin de la democracia en los Estados Unidos, no sé qué podría serlo.

En la práctica el solo establecimiento de esta comisión implicaría casi seguramente que el 20 de enero no habría un traspaso de mando, porqué aún si la comisión decidiera no cambiar el resultado de las elecciones, es de presumir que el complicado proceso administrativo de transición entre la administración de Trump y la de Biden, puesto en suspenso durante las deliberaciones, no podría concluirse con éxito en los solos 4 días entre el final del mandato de la comisión el 16 de enero, y la asunción de Biden el 20. Esto asumiendo que los casi seguros feroces debates que tendrán lugar no demoren la conclusión de las tareas de la comisión mucho más allá del 20 de enero.

Pero para aumentar aún más la tensión, hay que considerar el llamado de Trump por Twitter a sus seguidores de convocarse en Washington este 6 de enero (obviamente armados) para “luchar” por la defensa del país. Tengo conocimiento directo de grupos en Facebook, y en otras redes sociales, che están coordinando no solo la logística de estas manifestaciones, sino también el trasporte de armas.

Y la violencia no ha esperado al 6 de enero para manifestarse. En dos casos sin precedentes en la historia del país, las casas del presidente del Senado, el republicano Mitch McConnell de Kentucky, y la presidenta de la Cámara de Diputados, la demócrata Nancy Pelosi de California, fueron atacadas este fin de semana, por suerte sin consecuencias para sus propietarios.

Para aquellos que piensen que hoy, en pleno siglo XXI, una insurrección armada es un evento altamente improbable, los invito a estudiar la historia de Estados Unidos. Existen antecedentes históricos que, si bien distantes en el tiempo, reflejan creencias sociales y políticas con ecos en la actualidad.

Citaré un solo ejemplo: la batalla de Liberty Place. Tuvo lugar el 14 de septiembre de 1874 en Nueva Orleans, en el estado de Luisiana. Un grupo de supremacistas blancos, encuadrados dentro de un grupo armado irregular conocido como la “Liga Blanca”, no quiso reconocer la victoria electoral del gobernador William Pitt Kellogg. Los insurgentes tomaron el edificio del Congreso, la sede del ejército, y el centro de la ciudad por 3 días, hasta que fueron finalmente desalojados por fuerzas del gobierno federal, enviadas por Washington a controlar la situación. Es de notar, sin embargo, que la Liga Blanca y sus partidarios tuvieron un rol preponderante en la vida de Luisiana por casi un siglo después.

El 6 de enero se juega un partido de truco en Washington. Trump ya cantó el vale cuatro en su desafío a Biden. Es imposible saber con exactitud con qué cartas cuenta. Pero permanece vigente la posibilidad que, ante un resultado desfavorable, Trump apele a las amenazas y a la violencia para ganar el partido.

Ricardo Preve es un cineasta y fotógrafo argentino residente en Virginia. Su hijo Alex Preve fue funcionario en la Casa Blanca del ex presidente Barack Obama.