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Editorial

16 DE SEPTIEMBRE DE 1955...

16 DE SEPTIEMBRE DE 1955...

SANTA FE-ARGENTINA  (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare)  El 16 de septiembre de 1955 se produjo un sangriento golpe de Estado. Fue derrocado el peronismo, cuyo gobierno había sido elegido democráticamente.

Los golpistas llamaron a su acción ‘revolución libertadora’, porque –afirmaban- libró al país, lo ‘liberó’ de “la tiranía” (¿?).

Las décadas han pasado, y los medios, la historia oficial y muchos nostálgicos siguen denominando a ese golpe como ‘revolución libertadora’. Sin embargo olvidan citar que dio paso a las bandas fascistas (los famosos ‘comandos civiles’) y al terrorismo de Estado (secuestros, torturas, encarcelamientos, fusilamientos…).

Jamás existió autocrítica de los sectores políticos, sociales, culturales, dirigenciales, económicos, empresariales, religiosos que alentaron, adhirieron y se beneficiaron con tal acto.

Se han tejido infinidad de datos, informaciones, elucubraciones, comentarios y diceres. Muchos sin sentido y sin valor histórico. Pero lo cierto fue que ante el levantamiento y la inescruposidad de sus responsables, el presidente Juan D. Perón ofreció su renuncia a la junta de generales leales que negociaba con los golpistas.

Como los días pasaban y se llegó al 19, los levantados de la Armada (que ya habían atacado Mar del Plata), lanzaron la amenaza de bombardear las destilerías de La Plata y Dock Sud. No eran solo ‘palabras’ si se tenía en memoria que meses antes –junio de 1955- habían bombardeado la Plaza de Mayo, asesinando a más de trescientos civiles. Los marinos –apoyados por el poder mundial anglosajón con naves en el mar- eran capaces de cualquier acción criminal.

Al final Perón renunció. A partir de ese momento la Patrai fue otra. No solo en lo inmediato, mostrando el salvajismo propio de los mediocres y los oportunistas, sino el odio de clase.

Pero también que se abría la puerta a unas “libertades” de las que estaban excluídas las mayorías (¿?). De la noche a la mañana una banda de golpistas alzados contra las instituciones se convirtieron en ‘democráticos’ y ‘libertadores’. Pero también en los escritores de su propia historia a la que obligatoriamente transformaron en “la verdad”.

El resto pasó a ser sospechoso o directamente: “peronista”. Palabra que encerraba la clara intensionalidad de convertir al portador de tal ‘acusación’ en un delincuente.

Los años irían demostrando que mediante mutaciones en el idioma, el “peronista” sería equiparado a “castrocomunista”, “zurdo”, “infiltrado”, “terrorista”, “montonero” hasta llegar a: “kirchnerista”.

Lo que demuestra que esa ‘revolución libertadora’ ha ido reciclándose con las décadas, no solo en cuanto a lo verbal y cultural, sino principalmente en cuento a los intereses nacionales / extranjeros que defienden.

Allí están como testigos los “cabecitas negros”, los 30.000 desaparecidos, los miles de encarcelados y torturados, los exiliados internos y externos, los excluídos, el General Valle y sus caramaradas y compañeros asesinados en cárceles y en los basurales de José León Suárez.

Pocos recuerdan que en 1954, un año antes del golpe, en las elecciones, el peronismo había logrado más del 60 por ciento de los votos…

Acusaban a Perón de violento. Justamente quienes habían intentado en varias oportunidades voltearlo. Inclusive con acciones terroristas como el colocar bombas en accesos a los subterráneos, matando civiles. El mismo que desbarató las intentonas y envió a los golpistas ante la justicia; nunca a torturalos, ni mucho menos a asesinarlos. Raro “dictador” por cierto…

Fue –posiblemente- la última gran experiencia de unas fuerzas armadas compenetradas con un proyecto nacional y popular. Eran mayoría, pero el mal manejo, los errores o la falta de decisiones las hizo caer en manos de una minoría violenta y criminal.

Lo que vendría después, durante décadas es en gran parte la herencia de ese septiembre de 1955.

Han pasado 65 años del no olvidable 16 de septiembre de 1955. Igualmente, en plena democracia del 2020-, existen voces que de una u otra forma aluden o ansían una interrupción de la democracia. Quienes ? Allí están en plena pandemia, las voces desencajadas y delirantes de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Ernesto Sanz, ciertos “periodistas”, Eduardo Duhalde, y – a no dudarlo- los grupos de policías de la provincia de Buenos Aires con acciones de sublevación.

Han pasado 65 años, se requiere más memoria y justicia.