A buen entendedor, pocas palabras
SANTA FE-ARGENTINA (Editorial, PrensaMare) Los analistas de la política internacional están convencidos que Mauricio Macri no les puede garantizar “aboslutamente nada” a nivel electoral. Por ello le han enviado ‘mensajes’ y hasta análisis de ‘expertos’ políticos argentinos, donde verían con agrado su paso al costado.
Concretamente: que no sea candidato presidencial en 2019. Entienden que perderá y ello significará el retorno del peronismo al gobierno. Por lo cual, buscan conformar una fórmula “potable” que permita garantizarles la continuidad de las políticas neoliberales.
Para ello disponen de ‘alternativos’ como Roberto Lavagna, Marcelo Tinelli, y hasta Maria Eugenia Vidal.
La idea es presentar una fórmula que “pierda por poco” (ante el peronismo) en primera vuelta, y forzar el balotaje, para polarizar en una elección peronismo y anti-peronismo.
Pero Mauricio Macri no se da por aludido. Para más, quienes lo rodean (para asegurar su permanencia en el poder y los negocios), se encargar de convencerlo que “todo marcha bien”.
Así la situación, el 14 de mayo, la politizadísima Corte Suprema de Justicia se ha encargado de enviarle un duro mensaje al presidente. Fue con la decisión de retrasar el inicio del primer juicio contra Cristina Fernández.
Un hecho que el macrismo toma como una acción que “retrasa la justicia” (¿?). Tanto que (el Brujo), jefe de Gabinete, Marcos Peña, salió a ‘explicar’ en un programa del ultraoficialista y anti-peronista Eduardo Feinmann (radio La Red), que esaa intervención de la Corte genera "mucha bronca en la sociedad" porque "hay una demanda concreta de que se haga justicia".
Agregando que así "Se debilita la credibilidad de todo el proceso judicial, tiene que haber justicia, en tiempo y en forma, no puede dilatarse un proceso eternamente", planteó Peña.
La verdad que llama poderosamente la atención el bajísimo nivel de interpretación de las señales y mensajes políticos que los poderes le envían a Macri.
No entienden que históricamente, el Poder mundial, no confía jamás en sus empleados. Él lo usa, y solo defiende a los que son de su mismo riñón, como por ejemplo José Alfredo Martínez de Hoz, Guillermo W. Klein, o Domingo F. Cavallo. Al resto –sean civiles o militares-, los usa y llegado el momento los descarta...