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SAMI, UN NUEVO CRIMEN DEL ESTADO DE ISRAEL

SAMI, UN NUEVO CRIMEN DEL ESTADO DE ISRAEL

GAZA-PALESTINA  (PrensaMare)  El preso palestino Sami Abu Diak murió el martes 26 de noviembre de cáncer en una prisión israelí.

De esta forma se llega al 222º mártir detenido palestino desde 1967. Es el quinto desde el comienzo de 2019.

Estaba detenido desde el 2002. Tenía 37 años, y en manos israelíes sufrió torturas físicas y psicológicas durante 75 días seguidos. Ello obligó a que sus captores lo debieran internar en 3 oportunidades en ese período.

Fue condenado a 3 cadenas perpetuas y 30 años de prisión. Periódicamente lo sometían a golpizas por parte de unidades especiales (‘especialistas’), y lo alojaban también en celdas individuales por meses.

Sufrió un encarcelamiento de máxima inhumanidad.

En 2015, durante una operación quirúrgica en el Hospital Soroka, sufrió un “error médico” (¿?) y 80 centímetros de su intestino fue extirpado sin necesidad.

Posteriormente sufrió una intoxicación e insuficiencia renal y pulmonar. Fue sometido a tres cirugías. Lo tuvieron un mes bajo anestesia y con respiración artificial. Le diagnosticaron cáncer de intestino.

Luego de todo este destrato, grupos de derechos humanos han acusado a hospitales israelíes de negligencia médica premeditada.

“En los últimos años él fue víctima de una política israelí de asesinatos médicos metódicos y premeditados… No se le dio un tratamiento médico adecuado para detener la catástrofe médica que se cometió contra él”, acusó la Fundación de Prisioneros y Liberados Palestinos.

El Club de Detenidos Palestinos, acusó a las autoridades penitenciarias israelíes de privar a los prisioneros palestinos de atención, retrasando deliberadamente los cuidados médicos y la detección de su enfermedad. “Decenas de prisioneros esperan años para su intervención quirúrgica y algunos no la reciben hasta que es demasiado tarde”, señaló.

Durante las últimas dos semanas de vida, Sami Abu Diak fue llevado en varias oportunidades al Hospital Sarafand luego de sufrir una hemorragia. Su peso no superaba los 40 kilogramos.

Su último deseo era el de pasar sus días finales junto a su madre: “Vivo mis últimas horas y mis últimos días. Me gustaría pasar mis últimas horas y mis últimos días con mi madre y con mis amigos y familiares. Me gustaría dejar esta vida en los brazos de mi madre y no con los puños y pies atados, frente a un carcelero al que le encanta matar y que se alimenta de nuestro sufrimiento”, fue el último mensaje.

Sin embargo, las autoridades de la ocupación israelí se negaron a otorgarle este último deseo. Ello en razón que toda su vida encarcelado fue usada como una ‘muestra’ del poder y de ‘ejemplo’ para el resto de los prisioneros y pueblo palestino.

Se le dio una visita de despedida de 15 minutos a su madre y a sus familiares, pero él no pudo verla ni hablar con ella. “Estaba inconsciente y apenas reconoció a quienes lo rodeaban”, dijo Al Yazira.

Murió en el hospital de Al Ramlat, el cual es catalogado por los detenidos palestinos como “el matadero”. Un análisis de entidades palestinas ha dado cuenta que de los 700 prisioneros palestinos con enfermedades incurables en las cárceles israelíes, 30 sufren cáncer.