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ATLETISMO: UN MUNDIAL DE PLATA Y FRIALDAD

ATLETISMO: UN MUNDIAL DE PLATA Y FRIALDAD

Lo que deja el evento deportivo...

MILANO-ITALIA  (PrensaMare)  Las imágenes televisivas han mostrado un gigantezco estadio, con poco público, mucho lujo, atletas y frialdad. Porque eso es lo que ha ocurrido con el Mundial de Atletismo de Doha.

El Khalifa Stadium es un verdadero lujo mundial. Un escenario donde prácticamente no ingresa el aire que se respira en derredor del mismo. Ni lluvia, ni viento.

Colocar el sistema de aire acondicionado en el Khalifa costó… 81 millones de euros y las emisiones de su instalación se sumaron a todas las urbanas alimentadas por la electricidad producida por su gas natural que hacen de Catar (uno de los 5 países del mundo con más emisiones de carbono por habitante).

Para los atletas de la pista sin embargo se ha tratado de una experiencia que califican de “rara”. Se han hecho grandes marcas, pero nadie aplaude, nadie feteja, nadie alienta, salvo en alguna ocasión en particular. Porque casi no ha ido público a la competencia. Es que no interesa.

A los catarís no les importa el atletismo. Tanto que el poder de la televisión no ha existido en el propio país, como para darle cobertura al eventod. Lo único que pasan de deporte, son partidos de fútbol de LaLiga.

Inclusive en el país casi nadie se enteró que dos grandes atletas con la casaca de Catar consiguieron medalla. El vallista Abderramán Samba (de origen mauritano) pasó desapercibido. Apenas ‘algo’ para apoyar a Barshim en salto de altura, que es el único atleta catarí de origen catarí. Tanto que para su espectáculo si asistió el emir –al que se lo vio en un palco-. Nadie está interesado en un espectáculo de ingreso gratuito…

No es fácil la situación para un Catar que debe pagar –regionalmente- los costos de tener una posición cercana a Irán. Sus vecinos lo tienen aislado, y los medios regionales lo ignoran.

La dirigencia del país hace lo que puede, usando al deporte como forma de política diplomática. Le dicen la diplomacia del deporte, el soft power.

Es así que organizan e invierten fortunas para tener eventos en su territorio, a los que poca genet les import. Ha ocurrido con el Mundial de Balonmano (2015), en el Mundial de Ciclismo (2016), en el Mundial de Gimnasia (2018), y con el actual de Atletismo. Inclsuive para reforzar la ‘presencia’ catarí en determinados deportes, no han dudado en “convencer” (dineros mediante) a extranjeros para que se calzaran la casaca nacional.

Los atletas hicieron lo suyo ante no más de 5.000 espectadores en el día de máxima concurrencia. No importa; el grueso de los espectadores lo aportó la televisión. Lentamente también el atletismo se va asemejando al fútbol.

Un Mundial que obligó a que los maratonistas corrieran los 20 km, con 35 grados de temperatura y una humedad del 88%. Y que las maratonistas debieron soportar una competencia con calor, humedad y las consecuencias de una fuerte tormenta de arena que había azotado Doha dos días antes. Lo que dejó a la atmósfera llena de partículas PM 2,5 (pasan a los pulmones) y PM 10 (se quedan acumuladas, y son las peligrosas) que les cerraban los bronquios y les impedían respirar.

Catar está en el top 10 mundial de contaminación por partículas (de polvo y sal). Pero para las autoridades del atletismo mundial ello no es un problema, pues no se trata de un hecho ‘peligroso para la salud’, pues las partículas malas son las de nitrógeno, existentes en Europa…

Lo ocurrido en este evento debe servir de experiencia para que los futbolistas se vayan enterando de lo que ocurrirá en el Mundial de fútbol de 2022. El mismo contará con 12 estadios con aire acondicionado y ellos corriendo como conejos de Indias para que sea mirado televisivamente en todo el mundo...