Una mentira del macrismo y los medios hegemónicos...
SANTA FE-ARGENTINA (por Rodolfo O. Gianfelici, PrensaMare) Para el macrismo y sus aliados gobernantes, la Cumbre G-20 era “la salvación” del 2018; que debía proyectarse para otorgar alegrías y triunfalismos –como mínimo- para el verano del 2019.
Sin embargo, la realidad volvió a golpearlos, y fue un “veranito” que apenas duró 48 horas desde su finalización (¡).
Todos los integrantes del gobierno nacional y la prensa dominante otorgaron al encuentro un tratamiento ‘futbolístico’. Primó el simplismo y las sonrisas fotogénicas, llegándose a la locura de pretender hacer creer que el presidente argentino había tenido un “papel fundamental” para acercar a determinados líderes mundiales (¿?).
Lo único concreto fue que China y Estados Unidos se otorgaron “una tregua” a su disputa comercial. El G-20 no ‘solucionó’ absolutamente nada, porque –en definitiva-, no podía hacerlo. Pretender creer que un Macri sonriente, chistoso y extremadamente amigable podría influir en Donald Trump, Vladimir Putin o Xi Jinping, era poco menos que irracional (o tragicómico).
Es cierto que en la historia mundial han existido bufones. Pero ellos han sido elegidos por los poderosos; no por el voluntarismo de un endeudador empedernido (¡).
Los poderosos eligen quien quiere que los entretengan; y miran de soslayo o desprecio al “chistoso” de turno, caído del cielo.
Argentina no existía al momento de la Cumbre, ni existe en el contecto económico mundial. No olvidemos que Macri no pudo cumplir su primer acuerdo con el FMI, y antes de los 3 meses debió firmar un segundo. Y si el FMI lo “socorrió”, fue por una necesidad propia de dicho organismo y por una exigencia de Trump.
Además, Argentina no existe en el contexto geopolítico mundial. Tan claudicante es, que habiendo recibido a la delegación del Reino Unido, no se hizo referencia alguna al reclamo soberano malvinense…
Con qué cara podía un presidente (Macri) que ha destruido la economía, puestos de empleo, pequeña y mediana empresa, y mercado interno puede “acercar” a las dos mega-potencias mundiales, que sustentan sus políticas en el proteccionismo (Trump) y el la agresividad de producción y mercado interno (Xi Jinping)…
Esta confrontación, impensada por EEUU hace unas décadas atrás, no solo que ya está presente a un nivel indeseado, sino que se desarrolla mientra el mundo comprende que los estadounidenses irán retrocendiendo, mientras los chinos avanzan.
Es el choque cultural de la urgencia mercantilista (anglosajona), contra un proyecto extendido en el tiempo (orientalismo). Ciertamente no es una pelea de “buenos” contra “malos”, sino de intereses.
Lo cierto es que hablar del G-20, merece su aclaración. Porque en un mundo tan cambiante y donde el capitalismo no encuentra “respuestas” para su voracidad incontenible, en 1999 se creó este ámbito internacional, como un: foro de Ministros de Finanzas.
Lo hicieron para tratar de hallar respuestas ante las crisis financieras en los países emergentes. La gravedad de la situación se expandió y en 2008, fueron ‘tocados’ los países avanzados (particularmente EEUU); de allí que se decidió que quienes se reunieran fueran los jefes de Estado.
Lo que significa que desde 1999 a la fecha (casi 2 décadas, siguen buscando “soluciones”…).
En 2018, el G-20 se puede resumir en que concentraba el 60% de la población mundial; el 75% del producto mundial; el 80% de las inversiones directas; y el 62% del comercio. Con EEUU y China siendo los que concentran casi el 33% de todas esas varaintes (¡).
Argentina apenas aparece con el 0,7% delproducto y el 0,3% de las exportaciones mundiales. En otras palabras: un país marginal.
Tras el derrumbe de la Unión Soviética algunos creyeron que “se terminó la historia” y que el capitalismo sería el rey eterno. Que –lógicamente- EEUU era el único ganador y dueño del planeta. Así lo consideraron los estadounidenses (se los entiende), y así lo impusieron infinidad de teóricos, economistas, políticos, dirigentes, religiosos, analistas y el poder (creciente) comunicacional mundial y en el interior de cada país.
Pero… el paso de los años ha ido mostrando otras realidades. Tanto que en 1980, el PBI estadounidense era del 21,6%; mientras que en 2018 ya cayó al 15,2%. En los mismos años, China pasó del 2,3% a 18,7%...
Inclusive en los mismos años referenciales, las exportaciones chinas se multiplicaron por 10 (posee el 13% de ellas a nivel mundial). El gravísimo problema al que EEUU no puede encontrarle respuesta (a su favor), no es solo el de la apertura comercial de China, sino al de la competitividad de sus empresas.
Hubo un tiempo en que occidente (con EEUU en el liderazgo) ejercía un verdadero monopolio en conocimiento y en tecnología. Esas ventajas le permitían sortear las barreras chinas al comercio y la inversión.
Sin embargo, hubo un sustancial cambio de los chinos. No solo siguen produciendo “baratijas”, sino que han invertido en tecnología y conocimiento. De allí que son competidores de primer nivel de occidente, por lo cual China (como política de Estado) aceptó las reglas de juego del capitalismo y salió a darle pelea en todo el mundo.
Occidente (con EEUU a la cabeza) no estaba preparado para ello… Ocurre que la gran disputa del siglo 21 es por la tecnología; y en este concepto, los avances chinos han sido sustanciales. No se habla de producir tales o cuales productos o de robotización. El tema es de equipos en redes, inteligencia artificial, y la industria de chips. Ocurre que estos últimos elementos están en la base de la seguridad nacional y en la economía digital.
Si bien los medios instalan que es una “disputa comercial”, cuando se habla de seguridad nacional se hace referencia a geopolítica. Es allí donde se produce la real y verdadera confrontación.
En este sentido, los “halcones” washingtonianos, no aceptan “tregua” alguna (como la que acordaron Donald Trump y Xi Jinping en la Cumbre G-20). Su idea es de confrontación, y es allí donde aparece la detención de la poderosa directiva de Huawei (se trata de la hija del fundador del gigante chino de productos electrónicos). En este sentido, su apresamiento fue una forma de “patearle el tablero” de Trump (¡).
Para los “halcones” washingtonianos, las reglas no nacen en mesas comerciales, sino que las imponen quienes tengan más poder (militar, se entiende…).
De allí que, volviendo a la Cumbre G-20 realizada en Argentina, la pregunta es: Qué tenían que ver en esa disputa de potencias, Macri o Argentina…? Absolutamente nada. De allí que el paso de los visitantes ha quedado en un simple recuerdo, y la Cumbre no le sirvió para nada a los argentinos.