CÓRDOBA-ARGENTINA (por Manuel Justo Gaggero) A 50 años recordando la historia de la Patria Grande. En los últimos días del crudo invierno de 1970 y en el contexto de una creciente actividad del movimiento popular y revolucionario que confrontaba con la Dictadura Militar en nuestro país una noticia sacude a todos los pueblos del Continente y renueva las esperanzas de que “otro mundo es posible”.
En Chile logra un resonante triunfo electoral la Unidad Popular nucleada en torno al médico socialista Salvador Allende que es consagrado Presidente de la Nación. La coalición estaba integrada, además, por el Partido Comunista, los radicales y la izquierda cristiana. El electo tenía una relación fluida con Alicia Eguren y John William Cooke.
Apoyó el intento guerrillero del Che en Bolivia y recibió a los integrantes de ese movimiento que se refugiaron en el país trasandino. El Programa del frente triunfante –que planteaba una vía no violenta hacia el socialismo- proponía la nacionalización del cobre y de 200 empresas de valor estratégico, la estatización de la banca privada y del comercio exterior y una profunda reforma agraria; propiciando formas colectivizadas de producción.
La victoria generó inmediatamente una reacción negativa de la Casa Blanca, la que comenzó a conspirar con la burguesía chilena para obstaculizar la marcha del gobierno popular y socialista. Había conocido al “Compañero Presidente” en 1965 en Córdoba en una cena organizada por los sindicatos combativos y la Federación Universitaria a la que me había invitado su Presidente el “turco” Abraham Kozak.
Me impresionó la precisión de sus conceptos y la firme decisión de acompañar al movimiento que desplegaba diferentes métodos de lucha; no descartando, para nada, la lucha armada. Ese 5 de setiembre inolvidable al mismo tiempo que el pueblo chileno invadía las calles de Santiago, y de las principales ciudades de la nación hermana saludando el triunfo de la Unidad Popular me encontraba detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en la cárcel de Caseros.
Llevaba varios meses compartiendo el cautiverio, entre otros, con compañeros entrañables como Francisco Santucho, Julio Troxler, Alfredo Curuchet y Homar Valderrama. Alicia Eguren, por intermedio de Roberto Sinisgaglia, me hizo saber que pensaba viajar a la ciudad de Pablo Neruda para la asunción de su amigo y que probablemente se quedaría unos meses colaborando con este.
Por otro lado recibimos la noticia que el Dictador “norteamericano” Roberto Marcelo Levingston había anunciado la decisión de disponer algunas libertades de presos políticos. Todos albergaban algunas expectativas. En mi caso, siguiendo los consejos de varios ex detenidos me hacía la idea que la estancia en ese lugar podía ser muy larga.
Al mismo tiempo que continuaba en mis divagaciones escuchamos por radio que Salvador Allende anunciaba la nacionalización del cobre, la invitación a Fidel Castro para que visitara la nación trasandina y el reconocimiento diplomático, como beligerante, del gobierno revolucionario de Vietnam del Sur que combatía con las fuerzas de ocupación estadounidense.
De esta forma el pueblo de Gabriela Mistral y Luis Emilio Recabarren iniciaba el camino de la construcción del socialismo por la vía pacífica. Momentos inolvidables (Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”. Nota: Este relato integra el primer tomo de la saga “Un Viaje hacia las Utopías Revolucionarias” de mi autoría que acaba de ser editado por la Editorial De La Comarca).